Al señor presidente de la República Argentina: Soy una ciudadana argentina dolorida ante mi patria sangrante. Los resabios menemistas aún están incólumes: multinacionales mineras siguen arrancando en las montañas de nuestro oeste todo tipo de mineral y sus garras se manchan de pecado, porque sólo dejan contaminación en el suelo, el aire, las aguas y los pueblos vecinos. Gobernar es servir, servir a la patria, servir a su gente. Por favor, señor presidente, ¿por qué esperar aún más para anular los decretos que resguardan a estas mineras extranjeras? Antes de que su gestión presidencial termine, por favor, los argentinos necesitamos ver en nuestro presidente la energía necesaria para evitar que la patria siga sangrando. Saludo a usted con el respeto que merece.