Nos debemos tantas cosas los mendocinos, al presente pero también a la historia. Nos debemos, por ejemplo, un rescate de la epopeya libertadora de San Martín. Su obra está presente en situaciones y lugares que aparecen confusos a veces, abandonados en otras. Si cualquier país de Europa tuviese la figura de San Martín en su patrimonio, haría un emporio cultural y turístico sobre él y su y obra. Valorizar lo que aquí ocurrió es darle trascendencia al “aquí”. Aquí se planeó, se soñó, se ejecutó el plan de libertar a tres países.

    Debemos reconocer a los hombres y mujeres que acompañaron al Pepe Pancho en su gesta: el molinero Tejeda, Álvarez Condarco, Fray Luis Beltrán, el tropero Sosa, la Martina Chapanay, Fray Inalicán, las patricias y siguen las firmas. Y esos son sólo los más conocidos, falta rescatar a muchos otros que permanecen en el anonimato y que dieron su vida para apoyar una idea superadora: la libertad. Tenemos lo más importante: la historia. Pero no tenemos la historia en el presente. Sería bueno que comenzáramos a pensar en serio en un gran y permanente homenaje a aquellos menducos que no dudaron en dar y darse a la hora de pensar en nosotros, porque, aunque en aquel momento nosotros éramos sólo una posibilidad, no tenga dudas de que estaban pensando en nosotros.