Cuando el primer grito de Fernando Ruiz Díaz de Catupecu Machu hizo eco en el Ángel Bustelo, por el escenario de la segunda noche del Personal en vivo ya habían pasado Chancho va, Migue García y Fabiana Cantilo (ver aparte). Pasaban apenas quince minutos de la medianoche del sábado y lo que estaba por llegar eran casi dos horas de un show enérgico y emotivo.

    La primera silueta que pudo verse dibujada sobre el escenario fue la de Macabre e inmediatamente comenzó a aparecer el resto de la banda, hasta que un Ruiz Díaz enfundado en un sobretodo de cuerina negra (al mejor estilo Matrix) se ubicó frente al público para arrancar con Sonando. Un simple:“¡Mendoza!” fue todo lo que necesitó la voz principal de los Catupecu para que los fanáticos estallaran en un grito que se prolongó de punta a punta en el Bustelo. En la lista siguieron Le di sol y Origen extremo, pero fue recién antes de Hormigas cuando Fernando se permitió saludar a un público que, una vez más, sorprendió por la diversidad de edades: “¡Buenas noches! Para nosotros, este es un día muy especial, porque acá tocamos nuestra primera fecha y no podíamos creer que cantaran y se supieran nuestras letras”, comentó el músico de una banda que ingresó con el pie derecho en nuestra provincia y que cosechó rápidamente miles de adeptos.

    La escenografía, imponente, estuvo resuelta con varios paneles plateados dispuestos aleatoriamente por detrás de los músicos, con una iluminación que constantemente vistió a la banda en la escena. Abajo, los fanáticos se unían en un grito que marcó la noche: “¡Gaby, Gaby, Gaby…!” (en alusión a Gabriel Ruiz Díaz, bajista de la banda, quien se recupera de un grave accidente automovilístico). Una a una fueron llegando En los sueños, Acaba el fin, Hechizo y Perfectos cromosomas, canciones que consiguieron encender el Bustelo y lograr que el pogo entre los presentes comenzara a multiplicarse.

    Inigualables fragmentos a cappella (que generaron una increíble conexión del cantante con su público), un permanente feedback y una energía que invadía el escenario y se proyectaba hacia el resto del auditorio terminaron por marcar una noche que se debían tanto Catupecu Machu como los mendocinos (la última vez que la banda tocó en vivo en Mendoza fue hace meses, en San Martín, días antes del accidente de Gabriel).

    A esa altura del show, Fer ya había presentado a Pichu, bajista de Cabezones, quien acompañó a la banda en varios temas. Sin embargo, todavía faltaba lo prometido:“Es uno de los colores más maravillosos que hemos conocido en el viaje de la música, un maestro: ¡Zeta Bosio!”, gritó Ruiz Díaz y el ex Soda Stereo irrumpió en escena. “Gaby trajo a Zeta a Catupecu”, continuó la voz líder del grupo y presentó la siguiente canción: “Como ya dije otras veces, mientras buscamos El número imperfecto nos volvemos Perfectos cromosomas”. Lo que vino luego fue una versión de Pasajero en extinción, de Cabezones, en la cual participaron Pichu y Zeta.

    Después llegaron Grandes esperanzas (canción en la que Fer invitó al violinista y a la flautista que cada mañana tocan melodías a su hermano), Héroes anónimos y Plan B: anhelo de satisfacción. “Muchísimas gracias, ¿me puedo tomar un trago de vino?”, lanzó Ruiz Díaz luego de Magia veneno y lo que siguió fue una extensa y divertida escena en la que hasta subieron dos fanáticas a compartir la bebida con Fer. “Me acabo de dar cuenta de que en Mendoza las familias unidas hacen esto”, dijo el músico, entre risas, señalando la botella de vino.

    “Estamos alargando la producción porque no tengo muchas ganas de bajarme del escenario”, completó el cantante y casi de inmediato empezaron a sonar los acordes de Y lo que quiero es que pises sin el suelo, que dieron paso a un Dale que generó el pogo más importante de la noche. El público, por su parte, alternaba los “¡Dale!” de la canción con los “¡Gaby!” que lanzaban al aire para dar fuerza al bajista en recuperación. El cierre llegó de la mano de A veces vuelvo y los músicos hasta se permitieron un bis fuera de la programación, algo que la banda no suele hacer.

    El marco final estuvo dado por un fuerte abrazo entre los integrantes de Catupecu, Pichu y Zeta Bosio, quienes agradecieron varias veces antes de desaparecer del escenario. El saldo, sin dudas, fue un excelente espectáculo, quizás algo más emotivo que los de costumbre, el que disfrutaron tanto los presentes como los propios músicos.