Ulises Dumont es el protagonista de Yo la recuerdo ahora, filme de Néstor Lescovich, rodado en San Rafael, con Beatriz Spelzini y Juan Manuel Tenuta en los papeles soporte, en el que un hombre en crisis encuentra la esperanza cuando se retira a morir en un lugar desconocido. “Había filmado hace años una película con Néstor (Sin opción, 1995) y me llamó para hacer esta otra, que además de su argumento tenía el dato interesante del lugar en el que se iba a filmar”, confió Dumont.

    Yo la recuerdo ahora, que se estrenará a principios del 2007, cuenta lo que le sucede a un individuo llamado “casualmente” Rafael, quien regresa a la localidad mendocina, donde supone haber sido concebido, “para deshacer lo hecho después de una vida oscura”. Allí, señaló el actor, ocurre la paradoja: “Se encuentra con que no todo está perdido ni es como creía, es una historia de amor y de vida bastante particular; finalmente, encuentra ese amor, pero tengo reticencia a contar el final por razones entendibles”.

    “En ese lugar, el hombre, quien fue ferroviario, también redescubre la solidaridad en Monte Comán, a 56 kilómetros de San Rafael, un pueblo casi fantasma a partir de la desaparición del ferrocarril, no encuentra la muerte sino el renacimiento”, añadió el actor. Después de años de vivir en Buenos Aires, el personaje descubre que ese lugar le ofrece mucho más que lo que le da la ciudad: “Aunque no se profundiza en su pasado, es dable pensar que sufrió profundamente el achicamiento y el menoscabo del ferrocarril”.

    Dumont deplora la década del 90, en la que el tren pasó a manos privadas y muchos pueblos como Monte Comán fueron borrados de un plumazo. “Si había vías, se levantaban los ramales para vender el hierro”, testimonió. “Ser ferroviario es una identidad que permanece –dijo– y debe tener que ver con la paradoja de que un medio que en estos momentos se reactualiza en todo el mundo, en Argentina se haya buscado hacerlo desaparecer”.

    Según el actor, la película de Lescovich “hace tangencialmente un análisis exhaustivo de lo que les pasó a los trenes y la gente de Monte Comán agradeció que nos hayamos acordado de eso que alguna vez existió y que fuéramos a filmar allí”. “Creo que la gente se me acerca porque no soy un galán, no estoy en ídolo –dijo respecto a su popularidad– porque me siento a una mesa y tomo un vino y hablo con la gente como lo haría cualquiera y lo fundamental es que no me niego a aprender todo el tiempo”.

    Dumont afirmó que está abierto a los relatos del público, que a la vez agradece ese proceder: “Aunque no creo en la honestidad del actor, sino que es la gente, la persona, la que es honesta”. “Que labure de actor, ferroviario o intendente es una circunstancia, pero no es mi oficio el que conforma mi manera de ser, soy yo quien significa la imagen”, apuntó el intérprete.

    Sobre la exposición de la vida privada en los medios, cosa que siempre evitó, señaló que “hay cosas aparentemente inherentes de la profesión que a mí me revientan, yo apenas soy un señor que labura de esto, que trata de portarse como un ser humano y no presionado por los programas sensacionalistas de la TV”. “Llevo más o menos 100 películas filmadas –desafió–, contrariando a internet, aunque la única vez que consulté a internet fue en Europa cuando me pidieron un currículum, pero indudablemente ninguno estaba completo”.