Bastaba que el secretario de Comercio Interior de la Nación, Guillermo Moreno, sugiriera un valor de 10 pesos el kilo de merluza (anticipándose a un gran consumo, típico por Semana Santa), para que en las pescaderías del Gran Buenos Aires se ofreciera a 21 pesos el kilo y, en Mendoza, ya estaba en los 17. Obviamente, la población está más que preocupada y asegura que hoy es prácticamente imposible conseguir merluza a menos de 15 pesos el kilo. Si así fuera, debería revisarse minuciosamente la calidad del producto en cuestión.

    Hay que tener en cuenta que el kilo de merluza, el año pasado, en Mendoza, para esta misma época, se conseguía a 11 pesos, con lo cual (hasta ahora) se viene produciendo un incremento de 35 por ciento. Incluso, en nuestra provincia, en los últimos días se han producido incrementos de precios diariamente. Vale aclarar que, este año, Jueves y Viernes Santo corresponden a los días 5 y 6 de abril, respectivamente, Para esos días, muchas familias mendocinas ya habrá cobrado sus salarios. Esto lleva a que la mayoría de los consumidores, cuando recién recibe sus ingresos laborales, tiene lo que en economía llamamos efecto riqueza.

    Cuando una persona recién recibe sus haberes, en esos primeros días del mes, se siente más rico que cuando el calendario llega al 20 de cada mes, con lo cual es bastante difícil persuadir a los mendocinos de consumir en Semana Santa uno de los alimentos típicos de esas fechas religiosas como la merluza. Seguramente, el hecho de que desde el Gobierno nacional se haya dado un precio sugerido va a tener relación directa con la elaboración del índice de precios al consumidor (IPC) correspondiente a abril del 2007 por parte del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC).

    Como ha venido sucediendo con otros rubros (medicina prepaga, cuotas colegios privados, etcétera), en el cálculo oficial del IPC sólo se tendrá en cuenta el precio sugerido del pescado y no el valor real (de bolsillo). Este es un problema típico de oferta y demanda. Para estas celebraciones, siempre la demanda aumenta considerablemente y la oferta no puede reaccionar tan rápido, con lo cual, el ajuste viene necesariamente por el lado de los precios. Y esto es así, simplemente, porque hay gente que está dispuesta a pagar más por ese bien para satisfacer su necesidad personal y la de su familia (además de quedar bien con la religión, como Dios manda).

    Después de Semana Santa, el precio de la merluza empieza a descender lentamente pero, por lo general, nunca llega al valor anterior a la celebración religiosa, por el hecho de que la mayoría de los precios en la economía es inflexible a la baja. Si a esto le sumamos el aumento para abril del kilo de pan, más los últimos aumentos en la carne, el aumento del precio de los lácteos, teniendo en cuenta las protestas de los transportistas, que casi producen desabastecimiento en algunos supermercados de Mendoza, y los incrementos salariales que se están negociando (cercanos a 25 por ciento algunos), el impacto de Semana Santa en la canasta básica rondaría 25 por ciento (sólo por esa celebración).

    No hay que olvidar que la canasta básica alimentaria (que mide el límite de indigencia) para una familia tipo, dos adultos con dos niños, está en 428,68 pesos, con lo que si esta familia tipo consumiera por esos días de pascuas unos cinco kilos de merluza, estaría “comiéndose” 20 por ciento de su canasta básica alimentaria. Por lo que, para este tipo de familias que está en el límite, la disyuntiva pasa por ser pecadores o llegar a fin de mes, esa parece ser la cuestión.

    Por otro lado, las pescaderías mendocinas le echan la culpa del aumento de precios a que así vienen desde Mar del Plata y allá le echan la culpa vaya a saber uno a quién. Pero el análisis económico pone en evidencia la verdadera razón por la cual se producen estos cambios monetarios en los bolsillos de los mendocinos. Sólo falta que el Gobierno nacional le eche la culpa ahora a la Iglesia católica de que, en abril del 2007, se le dispare un poco la variable más temida: la inflación.