A fines del 2015 y principios del 2016 actuó en el Gran Mendoza una organización criminal dedicada a perpetrar asaltos y secuestros extorsivos. Cometieron hechos en cajeros automáticos de Guaymallén y privaron de la libertad, a cambio del pago de un rescate, a la hija de un empresario en Las Heras. Contaban con una conexión importante: algunos miembros eran policías.

El lunes 4 de junio, parte de esta gavilla, con la pata uniformada en el banquillo, fue hallada culpable y condenada en la Justicia federal a penas de entre 7 años y medio y 18 años de cárcel por el secuestro de la joven, por quien se pagaron 615 mil pesos y 16 mil dólares.

Este lunes por la mañana en los Tribunales locales, uno de los culpables del secuestro, Pablo Gordo Bustos, reconoció en un juicio abreviado que participó en el intento de robo de un cajero automático el 20 de febrero en el centro comercial La Barraca Mall. Por este hecho, los jueces María Alejandra Ratto, Rafael Escot y Carlos Díaz lo sentenciaron a 10 años de cárcel. De esta forma, será la Justicia federal la que deba unificar las penas, ya que en el proceso por el secuestro recibió 15 años.

El resto de los imputados en el ataque al cajero ­–Carlos “Loquillo” Fernández, Fernando Lira, conocido como “Fer”, y Darío el “Huevo” Zuleta– prefirieron no ir a debate abreviado y, debido a esto, será otro tribunal el que deba liderar el juicio oral en las próximas semanas.

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Para la fiscal que lideró el instrucción, Claudia Ríos (también realizó el debate junto con Daniela Chaler), que el Gordo Bustos admitiera que protagonizó los hechos investigados sirvió para ubicar en la escena al resto de los acusados, tal como quedó plasmado en la citación a debate.

La situación de Bustos era complicada a la hora de enfrentar el proceso. Las calificaciones en su contra así lo dejaron en evidencia.

La reconstrucción que realizaron los detectives sostiene que, tres días antes del secuestro de la hija del empresario a las 4.15, el Huevo Zuleta (hijo de un policía), el Loquillo Fernández, Fer Lira y el Gordo Bustos y otros sujetos que no fueron identificados en el expediente, llegaron al shopping en dos camionetas y un auto, una Toyota Hilux y una Ranger, y Ford Ka con claras intenciones de robarse la plata que había dentro de uno de los cajeros automáticos del lugar.

Ubicaron a la Hilux en una calle interna lateral este del centro comercial y la Ranger, sobre Las Cañas, con dirección sur. El grupo había planeado el golpe y llevaba armas de grueso calibre.

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Mientras custodiaban la zona, destrozaron un vidrio blindex con una frazada, que actuó de sordina para suprimir el ruido, y accedieron al cajero del banco ICBC, ubicado en el costado derecho de la puerta de ingreso al mall.

Cuando creían que la situación estaba controlada, uno de los integrantes de la banda, quien ingresó al lugar para seguir al pie de la letra el plan de arrancar el cajero, se encontró con un empleado de limpieza. Al ver al ladrón el trabajador escapó corriendo y se escondió detrás de una pared.

Allí “espió” cómo actuaban los malvivientes pero lo descubrieron. Acto seguido, el mismo delincuente que había ingresado le disparó.

Mientras esto sucedía, enlazaron el cajero con un cable, lo sujetaron a la Toyota Hilux y lo arrancaron para sacarle el dinero que tenía dentro. La situación se descontroló cuando los otros asaltantes que se hallaban afuera comenzaron a disparar contra dos empleados de seguridad que se encontraban en una calle interna del centro comercial.

Cuando todo era un descontrol continuaron con la balacera. Esta vez, la víctima fue el conductor de una VW Suran que circulaba por Las Cañas hacia el norte. Le dispararon sin razón aparente y el proyectil se incrustó en el parante del marco de la puerta trasera izquierda del vehículo.

El sonido de las balas motivaron a dos policías que cumplían servicios extraordinarios en el barrio privado El Molino a llegar a La Barraca. Hicieron algunos metros desde la garita del barrio cuando apareció en escena el Ford Ka con otros integrantes de la banda.

Desde allí iniciaron un tiroteo contra los uniformado con “intención de matarlos”, como sostiene la pesquisa. Ante esta situación, los delincuentes huyeron del lugar sin lograr el objetivo.

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Setenta y dos horas después, parte de la Banda de los Cajeros, como se los llamó (Pablo Bustos y Carlos Fernando Lira y Fernández, y otros integrantes, entre ellos, policías), secuestraron a la hija de un empresario en Las Heras.

La mantuvieron cautiva casi toda la jornada del 23 de febrero y la liberaron tras el pago de un importante rescate. Gracias a la pesquisa por la causa de La Barraca, se logró capturar a casi todos los integrantes.

Además, varios de estos imputados deben responder por otro ataque a un cajero ocurrido el 13 diciembre del 2015, cuando malvivientes que se movilizaban en una camioneta BMW denunciada como robada se llevaron 700 mil del que estaba ubicado en la estación Red Mercosur de Acceso Este y Tirasso, en Guaymallén.