Fue el hombre excluyente del torneo. Llegó, sólo por este semestre, a préstamo desde Villarreal de España, con el objetivo de ganar la Copa Libertadores. Fue de menor a mayor y terminó jugando en un nivel altísimo. Se encaramó como amo y señor de este Boca que ganó su sexta Copa Libertadores y que llegó a 17 títulos internacionales, uno más que Milan de Italia. Juan Román Riquelme fue el corazón de este equipo, que anoche ganó de manera soberbia. Manejó el encuentro a gusto y, encima, se dio la gran alegría de anotar dos tantos.
El primero, una joya que quedará en la memoria de todos los fanáticos xeneizes. Después del pitazo final mostró una felicidad genuina. Emocionado, abrazó a todos sus compañeros e integrantes de la delegación. Lo festejó y lo disfrutó como hincha. “Estoy feliz, porque el equipo jugó muy bien, lo ganó merecidamente. Teníamos mucha confianza y estuvimos concentrados. Todos los partidos fueron importantes. La clave fue la confianza en nosotros mismos”, señaló Román, quien, en menos de seis meses, pasó por Boca y ahora debe dejar el club.