Gracias al Programa Manos y Telares fue posible rescatar del olvido una técnica ancestral de tejido al telar que estaba al borde de la desaparición, ya que no se transmitía de generación en generación. El Municipio de Luján de Cuyo, a través de la Subdirección de Archivos y Bibliotecas, junto a la Cooperadora de la Biblioteca Alberdi y la Subdirección de Formulación de Proyectos, puso en marcha la iniciativa. Esta técnica ancestral del telar boliviano se encuentra al borde de la extinción, siendo muy pocas las personas que actualmente la practican.
   
     “A través de este proyecto realizamos una documentación y detectamos que las mismas están en manos de personas de cincuenta años en adelante y no son trasferidas a las nuevas generaciones, principalmente por desinterés de los jóvenes”, explicó Ernesto Stocco, subdirector de Formulación de Proyectos. Según comunicaron desde la Comuna, al comenzar a trabajar en el tema se percataron de que este tipo de artesanías no sólo tienen un valor patrimonial y cultural riquísimo, sino que también podían ser una importante salida económica para las tejedoras, ya que sus productos son muy requeridos y apreciados por un considerable sector del mercado.
   
     Fue por ello que se buscó a tres mujeres de El Carrizal, Martina Valerio, Clementina Escobar y Lucinda Gutiérrez, para que enseñaran el exquisito arte a 45 jóvenes del sur de Luján y asegurarse así de que el oficio continúe vigente. “Además de difundir esta práctica entre los jóvenes, lo utilizamos también como una estrategia para formar nuevos emprendedores y generar ingresos en estas familias, que en varios casos padecen de algunas necesidades básicas”, comentó Stocco. Como cierre del proyecto, el cual se desarrolló durante ocho meses, se llevó a cabo en el Museo Americanista una exposición de los trabajos realizados a lo largo del taller.

     Allí se hicieron presentes las tres profesoras, las alumnas y las personas que colaboraron en el programa. Manos y Telares se encuentra inserto dentro del proyecto de recuperación de la identidad cultural que está llevando a cabo la Biblioteca Alberdi.

    MANOS SABIAS. “Yo empecé a tejer desde niña, mi madre me enseñó un poco, pero lo demás lo aprendí mirando a los mayores”, explica Clementina Escobar sobre el bello arte que tan bien emplea. La artesana cuenta que cuando comienza a tejer una pieza, no puede parar hasta terminar, ya que su pasión y concentración a la hora de usar el telar es tan plena que no siente sueño ni hambre. “Mis hijos me piden que pare, que se me deteriora la salud. Pero yo les digo que no, porque cuando tejo, me siento muy bien, muy tranquila”, dice.

     Hace 22 años que vive en El Carrizal, pero le gusta viajar, por eso siempre visita su pueblo natal, Tarija, que se encuentra en Bolivia, a tres horas de la frontera con Argentina. “Ahora tengo mucha lana para tejer, así que no creo que viaje. O quizás lo haga a fin de año”, cuenta la mujer.