Los que nos subimos a un escenario sabemos que hay un momento en que nos sentimos nerviosos, es el momento antes de arremeter contra el público. Y también te sentís para el dorso cuando el público no le presta atención a lo que hacés. Esto ocurre cuando el público está en otra o quiere otra cosa. Que es lo que les debe haber pasado a los grupos que actuaron en el encuentro patriótico que se hizo en el Frank Romero Day el viernes. Los que ahí estaban no habían ido a un acto cultural sino a un acto político y los códigos son otros. Un acto político sin banderas, pancartas y bombos no es un acto político normal.

    Y, como este fue normal, tuvo de todo. Entonces, los que estaban en el escenario actuando eran atendidos por hilachitas de público que paraban la oreja o se prendían a alguna parte de canción que supieran pero sus objetivos estaban en otro lado: en la presencia del presidente y de su comitiva. Y cuando estos llegaron había llegado su razón de ser: bombos, cantos y cotillón electoral. Pero todo discurso presidencial tiene un final.

   Y cuando el K dejó de hablar, todos comenzaron a hacer lo que hacía el presidente: se fueron. Y el teatro griego quedó despoblado, mientras todavía tenían que actuar Adriana Varela y Los Nocheros, entre otros. Se deben haber quedado muy chochos con la convocatoria que tuvieron: sólo unos cientos de espectadores. Sí, me parece que los actos del 25 salieron bien organizados pero creo que los artistas se quedaron con gusto a fósforo.