El asesinato del jefe de la barra brava de Independiente Rivadavia dejó al descubierto una realidad que pocos se hubieran animado a reconocer: Mendoza tiene zonas liberadas, pero no por la complicidad en el accionar policial, sino porque el aparato estatal perdió el dominio en ciertas barriadas. Están manejadas por delincuentes, y los efectivos parecen no tener herramientas para enfrentarlos. Y es ahí donde la mira apunta al rol que debe tener la Justicia.

Luego del crimen, los barras ingresaron al estadio ubicado en el Parque. Fue parte de una caravana fúnebre para homenajear a la víctima. Ni antes ni después hubo presencia policial, algo que no puede volver a ocurrir. No se trata de implementar una política de mano dura. Lejos de eso, es necesario mandar un mensaje claro e inequívoco.

El imperio de la ley lo tiene Estado. Y nadie puede dudar ni estar por encima de eso.