Se resaltan una inmensidad de efectos biológicos positivos que va desde la cabeza a los pies, cuando haces ejercicio. Los cambios positivos que generás:

Músculos: utilizan glucosa y ATP para la contracción y el movimiento. Para generar más ATP el cuerpo necesita oxígeno extra, así que aumenta la respiración y el corazón comienza a bombear más sangre a los músculos. Si no hay suficiente oxígeno, se formará ácido láctico. Las pequeñas rasgaduras en los músculos harán que crezcan más y sean más fuertes al sanarse.

Pulmones: conforme los músculos piden más oxígeno (hasta 15 veces más oxígeno que cuando están en descanso), el índice de respiración aumenta. Cuando los músculos alrededor de los pulmones no pueden moverse más rápido, has alcanzado lo que se llama VO2 máx, tu capacidad máxima para el uso del oxígeno. Mientras más alto sea su VO2 máx, estarás más en forma.

Corazón: como mencionamos anteriormente, el índice cardíaco aumenta con la actividad física para distribuir más sangre oxigenada a los músculos. Mientras más en forma estés, tu corazón puede hacer esto de manera más eficiente, lo que permitirá que entrenés durante más tiempo y más arduamente. Como efecto secundario, esta mayor eficiencia también reduce el índice cardiaco en reposo. La presión arterial también disminuirá como resultado de la formación de nuevos vasos sanguíneos.

Cerebro: el aumento en el flujo sanguíneo también beneficia al cerebro, lo que permite que funcione mejor casi inmediatamente. Como resultado, tenderá a sentirse más concentrado después de hacer ejercicio. Además, el ejercicio regular promoverá el crecimiento de nuevas neuronas. En el hipocampo, estas nuevas neuronas ayudarán a estimular la memoria y el aprendizaje.

También se dispara una variedad de neurotransmisores, como las endorfinas, serotonina, dopamina, glutamato y GABA. Algunas de éstas son bien conocidas por su papel en el control del estado de ánimo. De hecho, el ejercicio es una de las mejores estrategias para la prevención y tratamiento de la depresión.

Articulaciones y huesos: ya que el ejercicio puede poner sobre ellos hasta cinco o seis veces más peso que el corporal. La mayor masa ósea se logra en la madurez y luego comienza a declinar lentamente, pero el ejercicio puede ayudarte a mantener una masa ósea saludable, conforme envejecés.

El ejercicio con peso es, en realidad, uno de los remedios más efectivos contra la osteporosis, ya que los huesos son muy porosos y suaves, y conforme envejecés, los huesos pierden fácilmente su densidad y, por lo tanto, se hacen más frágiles, especialmente si no sos activo.

¡No esperés más y empezá a entrenar!