El 23 de enero es un día clave para los venezolanos. La oposición espera que millones de personas salgan a las calles del país, pero también del mundo, para manifestarse en contra de Nicolás Maduro, que asumió su segundo mandato el 10 de enero en medio de un gran repudio internacional por la ilegitimidad de su elección.

Liderados por Juan Guaidó, el presidente de la Asamblea Nacional y militante del partido político de Leopoldo López, Voluntad Popular, los opositores esperan tomar pacíficamente el país. Además, apuesta a que los millones y millones de venezolanos que dejaron el país espantados por la brutal crisis económica y la persecución política, hagan lo mismo en el exterior. Así, habrá marchas en Miami, Madrid, Berlín, Buenos Aires, Lima, Santiago de chile, Bogotá, Ciudad de México, entre otras decenas de ciudades.

El contexto es de alta tensión porque además de la movilización opositora, habrá una del régimen chavista que llamó a concentrarse para “defender la revolución”. “Yo se que les van a dar la lata, pero después nos vemos en las calles de Venezuela”, dijo Guaidó frente al Parlamento el lunes.

“Dar la lata” no es otra cosa que el aparato chavista en acción: movilizar gente a fuerza de amenaza de recortar planes sociales, subvenciones o recorte de empleo público. Es tan grande el entramado burocrático que desplegó el chavismo en los últimos 20 años que no hay un solo venezolano que no dependa -él mismo o algún familiar- del régimen: empleados públicos, pensionados, estudiantes, bolsas de comida, etc.