Tarde o temprano la industria de alimentos y bebidas sentirá el impacto de la disparada del dólar. La combinación de precios congelados y la brecha en ascenso entre el tipo de cambio oficial y las cotizaciones libres se traducirá en faltantes de productos y desabastecimiento en las góndolas.

Esa es la impresión que tienen los empresarios del sector que alertan que en las últimas semanas se empezó a registrar un proceso paulatino de problemas en la entrega de mercadería por parte de la industria.

Las empresas de alimentos son las últimas a las que se les impide el acceso al dólar oficial para importar, lo que explica que, a diferencia de lo que sucede en otros rubros de la economía, la disparada del blue no tenga un efecto inmediato en las góndolas.

El ajuste que no se hace por precio, sin embargo, está empezando a llegar a través de las cantidades. Los faltantes atraviesan toda la pirámide socioeconómica. Los problemas más sensibles se registran en rubros básicos y de consumo muy popular como aceites, arroz y algunos farináceos (harinas, pastas), aunque en los supermercados locales también empezó a verse una menor presencia de artículos importados o alimentos gourmet que están dirigidos a hogares de mayores ingresos.

Los faltantes coinciden con un estancamiento del consumo masivo. El rubro de los supermercados había sido uno de los que había logrado sobrellevar mejor la cuarentena y en los primeros meses de la pandemia había mostrado subas interanuales en sus ventas, en gran parte explicadas porque los consumidores confinados en sus hogares no tenían otros rubros en los que gastar sus ingresos.

Frente a este panorama, los comercios alertan que en las últimas semanas sus proveedores están “cuotificando” las entregas. El panorama es especialmente duro para los negocios más chicos.

“Los proveedores te quieren meter aumentos vía la quita de bonificaciones y nos pasa en todos los rubros, desde el aceite hasta el vino o las cervezas. En otros casos, como con los lácteos, las empresas fabricantes inventaron un cargo nuevo como ‘costo logístico’. El problema es que los grandes supermercados se pueden plantar y negarse a convalidar las subas, pero a los más chicos no nos queda otra que aceptarlas, si no no nos entregan, y así se termina aumentando la brecha de precios entre las grandes cadenas y los comercios más chicos. Al final, un gobierno que se presenta como propyme está impulsando una concentración del mercado”, se quejan en un supermercado del interior del país.