La mañana del jueves 8 de abril Esteban Emilio Olivera (40) salió de su casa del barrio Almería, en Las Heras para ir a su trabajo. Como todos los días, con su mochila al hombro, se fue caminando por calle Avellaneda hacia la parada del Metrotranvía. Pero jamás esperó encontrarse con la muerte en ese lugar.
Cuando estaba llegando a la esquina con Sargento Cabral, se topó de frente con dos sujetos. Uno de ellos lo abordó, sacó una pistola e hizo la corredera hacia atrás.
Acto seguido, le apuntó a Olivera y lo amenazó para que le entregara sus pertenencias. El trabajador intentó mantener la tranquilidad y siguió caminando, intentando evitar el conflicto. Pero el maleante le dio un disparo en la pierna izquierda.

Al reducir a la víctima, intentó arrebatarle el celular que llevaba en la mano derecha. Pero Olivera se resistió al robo y terminó por recibir un segundo balazo en el pecho. Con sus últimas fuerzas intentó perseguir al asaltante que se fue corriendo, pero se descompensó, se desplomó en el piso y murió.
El detallado relato no corresponde a una reconstrucción o a la versión aportada por un testigo, sino que fueron las imágenes que captó una cámara de seguridad apostada a metros del lugar donde el hombre fue asesinado y a las que El Sol tuvo acceso.

Por el hecho de sangre fueron detenidos dos sospechosos en las semanas posteriores, pero uno de ellos recuperó la libertad la semana pasada y será sobreseído, por pedido del fiscal de Homicidios Gustavo Pirrello, al frente de la instrucción.
Se trata de un menor de 16 años conocido como el Brunito, quien se vio beneficiado por las últimas pruebas que se incorporaron al expediente.
Al mismo tiempo, el otro sospechoso, identificado como Enzo Leonardo Figueroa Arriaga (24), alias Leito, le dictaron la prisión preventiva y su situación es cada vez más complicada.
Sin pruebas en contra
Sobre el adolescente que estaba sindicado como partícipe del asalto letal había una prueba que fue suficiente para motivar su captura –dos semanas después de la muerte de Olivera–, pero no para mantenerlo detenido.
Por ese motivo, durante la audiencia de prisión preventiva que se realizó el pasado viernes, el fiscal Pirrello expuso los motivos por los que entiende que debe ser completamente desvinculado de la causa.
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En principio, el menor había sido identificado por un testigo que había visto al Leito junto a otro individuo cuando ingresaron corriendo a la villa Güemes, luego de que la víctima fue baleada.
Ese testigo declaró que no había alcanzado a reconocer al cómplice de Figueroa, pero que en el barrio se comentaba que se trataba del Brunito, un chico que tiene domicilio en las inmediaciones del mencionado asentamiento.

La afirmación fue corroborada mediante los trabajos de campo de los pesquisas de Homicidios. Efectivamente, quienes están en estrecho contacto con el mundo del hampa en la zona habían difundido ese rumor.
Para terminar de cerrar esa prueba, el representante del Ministerio Público ordenó realizar una rueda de personas sobre los dos detenidos.
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En la medida participaron un testigo presencial y el vecino de la villa que observó a los presuntos autores escapando de la escena. El resultado no fue el esperado: ambos reconocieron al Leito, pero no al menor.
Además, el adolescente declaró frente a Pirrello y ofreció una coartada, la cual corroboró con diversos testigos.

Pero lo que terminó por descartar por completo la supuesta intervención del menor en el asalto, fue que reveló que mantiene una enemistad con Figueroa, motivo por el que jamás se juntaría con él.
Incluso, meses antes del crimen la madre del chico había realizado una denuncia por amenazas agravadas contra el Leito, debido a los problemas de vieja data que tenía con el menor, sostuvo una fuente judicial.
Así las cosas, en las próximas semanas se realizará la audiencia en la que Pirrello solicitará formalmente el sobreseimiento del Brunito.
En tanto, Figueroa continúa complicado en el expediente y después de que la Justicia le dictó la medida de coerción seguirá tras las rejas hasta el debate.