La mañana del 14 de marzo del 2014, efectivos de Investigaciones liderados por los fiscales Juan Carlos Alessandra y Fernando Guzzo desarrollaron más de una docena de allanamientos en el oeste de Godoy Cruz y la provincia de San Luis. El objetivo, detener a la jefa narco Sandra Jaquelina Vargas (45) y los integrantes de su organización.

Los policías lograron lo planeado. La Yaqui cayó en la vecina provincia y los “angelitos” o soldaditos y gran parte de su familia quedaron tras las rejas.

Para sorpresa de los detectives, en una de las medidas encontraron expedientes judiciales de las causas que los tenían como sospechosos; también marcados los nombres de los testigos y sus direcciones. Datos no menores que evidenciaron el alcance que podían tener.

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Se trata de un modus operandi de las organizaciones criminales: buscan conocer a sus rivales o testigos que los denunciaron para luego ir a amedrentarlos, hacerles sentir temor para que, luego, cuando sea el turno de hablar en una causa, se nieguen a brindar la información que previamente habían aportado.

En la mayoría los casos, los denunciantes son conocidos de la zona y esto “facilita” llegar a ellos, ya que la protección policial es escasa.

Estas prácticas delictivas siguen al día de hoy y causan preocupación. Incluso, con los mismos protagonistas, quienes continúan generando miedo para evitar que ciertos miembros de la banda en actividad terminen condenados en las causas que se iniciaron contra ellos.

En la Unidad Fiscal de Homicidios, la fiscal Andrea Lazo tiene imputado con prisión preventiva (en una de las dos causas que instruye contra él) a Patricio Garrido (27). Este joven, conocido como el Negro y con pasado carcelario por un homicidio por el que terminó absuelto y una condena por robo, es el yerno de la Yaqui.

Lo acusan por los delitos de homicidio agravado por el concurso premeditado de dos o más personas y por tentativa de homicidio.

Está sospechado de participar en el crimen de Lucas Ariel Torres a fines del año pasado en Campo Papa y de dispararle cinco veces a Miguel Ángel Valdivia en el 2018, un ex cuñado de la Yaqui que falleció el 12 de enero de este año y era conocido como el Cabezón .

La causa por el asesinato de Torres, un joven “guapo” que le hacía frente a Garrido y a otros personajes del popular asentamiento cercano a los barrios Los Toneles, Sarmiento y San Vicente, entre otros, tiene tres testigos que se transformaron en clave. Dos son menores de edad y la restante es una chica con quien la víctima mantenía una relación sentimental.

Llamativamente, los dos testigos varones fueron baleados en los últimos meses y la joven, amenazada. Las coacciones contra la testigo tenían un claro objetivo: obligarla a contradecir lo que les contó a los detectives en un primer momento, es decir, que Garrido y otros dos sujetos –Emanuel Emita Morales y el Bebo –menor de edad– fueron los autores del homicidio.

Los hechos han generado preocupación en la fiscalía de Lazo, debido a que los declarantes después cambian sus versiones. Y, para más desasosiego, quienes serían los autores de esos hechos son personajes vinculados a Garrido y que estuvieron merodeando en la zona del ataque contra Torres la madrugada del 17 de diciembre del año pasado.

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Uno por uno

El Negro Garrido fue atrapado el jueves 8 de abril, casi cuatro meses después del asesinato de Torres. Desde los primeros días de instrucción, testigos lo habían señalado como quien pasó el arma homicida al menor conocido como Bebo para que acribillaran a la víctima en la zona del cruce entre calles Illia y Chapadmalal.

Cuando ya había declarado en la causa, uno de los testigos fue baleado en la cabeza en el interior del Campo Papa.

El joven nacido el 11 de agosto del 2007 y conocido como Quilca, fue trasladado el 13 de marzo por un amigo hasta el Hospital del Carmen, quien, luego de poner en conocimiento a los médicos, se dio a la fuga.

La víctima se recuperó de las lesiones que sufrió en el cráneo (orificio de entrada sin salida) y terminó alojada en el Notti.

Los investigadores tenían el dato de que había sido atacada con clara intencionalidad pero esta dijo, cuando se recuperó, que se encontraba con un grupo de amigos y que a uno se le escapó un disparo. Una versión poco creíble y que, de acuerdo con fuentes policiales y judiciales, se realizó para no seguir sufriendo problemas en el sector.

Cuando declaró nuevamente en la causa, dijo que no recordaba cómo había sido el crimen de Torres ni quiénes se encontraban presentes.

El segundo caso de testigo baleado es más reciente. El hecho ocurrió la madrugada del 11 de este mes en el barrio Tres Estrellas, de Godoy Cruz. Ese día hubo tres baleados mientras se festejaba un cumpleaños. Y una de las víctimas era testigo del homicidio de Torres.

Para mayor sospecha, con el paso de las horas, los investigadores supieron que el agresor estaba relacionado a la banda de Garrido en el Campo Papa.

Si bien el Tres Estrellas es colindante al Huarpes y situado en la conflictiva zona denominada triple frontera, los agresores se habrían trasladado desde el oeste para “ajustar cuentas” con el testigo, quien tiene 15 años.

La reconstrucción de los detectives sostiene que personal policial se encontraba patrullando en la zona cuando fue alertados por el CEO de una serie de detonaciones de arma de fuego en una vivienda de la manzana P. Se creía que había un herido pero, en total, fueron tres.

Un testigo aportó que celebraban un cumpleaños cuando un grupo de sujetos accionó armas de fuego desde el protón de la propiedad, que se encontraba abierto. Uno de los atacantes vestía campera blanca y azul.

El testigo del caso Torres recibió un proyectil en el abdomen e ingresó al Hospital Central llevado por conocidos en un Fiat Europa. Las otras dos víctimas, de 20 años, sufrieron disparos en la columna y en un mulso, respectivamente.

Contra las cuerdas

Así las cosas, mientras en la causa por el asesinato de Torres los testigos son baleados y amenazados, la fiscalía busca terminar de incorporar todas las pruebas para cerrar la investigación y elevar el expediente a juicio.

Por su parte, la defensa de Garrido, a cargo de Enoc Ortiz (representa a la mayoría de los integrantes de la organización), viene apelando cada una de las resoluciones en su contra, como la prisión preventiva dictada por el juez Diego Flamat.

La próxima audiencia contra el Negro será por el llamado caso Valdivia. El ex cuñado de la Yaqui –estuvo en pareja y tuvo hijos con Silvana Natalí Vargas, hermana de la líder narco y también condenada por tenencia y venta de drogas– murió el 12 de enero de este año. El 11 de noviembre del 2018 fue baleado cinco veces en el Campo Papa.

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Nunca se pudo recuperar de las lesiones que le provocaron los plomos pero, judicialmente, no se pudo comprobar que su fallecimiento haya estado asociado a los balazos que sufrió.

Más allá de eso, la representante del Ministerio Público confirmó en su instrucción que Garrido era el autor de los disparos.

Si bien pasaron casi tres años, los testigos decidieron hablar una vez que el Cabezón Valdivia dejó de existir y esto motorizó la imputación por tentativa de homicidio.

La víctima les hizo prometer a sus familiares que iba a arreglar sus conflictos personales por los viejos códigos barriales pero no logró reponerse.

Con la batería de acusaciones y una condición procesal complicada de Garrido, la situación que atraviesan los testigos activó la alerta de los detectives, quienes buscan que no pierdan la confianza para sostener sus dichos cuando la causa se desarrolle en un debate, que, de continuar con la calificación más grave, será por jurados.

La gravedad de la situación que atraviesan testigos y familiares de las víctimas también se vio reflejada en este caso: la semana pasada, “autores desconocidos” balearon la casa donde vivía Valdivia.

Justamente luego de que se conociera que Garrido había sido imputado por la Justicia.