Una serie de denuncias que se recepcionaron en los últimos tiempos por abusos sexuales a menores en un domicilio de Las Heras marcaron como autor a un hombre conocido como el Magolla, quien fue capturado a comienzos de este mes por efectivos de Investigaciones.

La pesquisa contra el sospechoso, de 61 años, permitió conocer que hace cinco años había sido investigado por el impactante crimen de una niña de 3 años, quien murió producto de un abuso sexual. El caso no había trascendido. 

Se trata de la muerte de Jereni Ahiara Lucero, cuya muerte comenzó a instruirse como un accidente, luego de que fuera rescatada del interior de un cauce de agua.

Los primeros testimonios sostuvieron que había caído mientras jugaba con sus hermanitos, pero la necropsia reveló que falleció a raíz de una brutal violación. 

El Magolla -se reserva su identidad por estar sospechado en una causa de instancia privada- fue el primer detenido de ese expediente, que está en manos del fiscal de Homicidios Gustavo Pirrello, y hasta fue imputado por abuso sexual con acceso carnal seguido de muerte. No obstante, los avances en la pesquisa apuntaron contra otro familiar de la criatura y el sexagenario terminó sobreseído

Más de lustro después del asesinato, la causa continúa instruyéndose, ya que las pruebas no fueron suficientes para mantener tras las rejas al nuevo sospechoso. 

Ver también: Murió una bebé que cayó a un canal en Las Heras

Las recientes acusaciones contra el Magolla, que provocaron su captura el viernes 10 de este mes, despertaron la atención de los detectives, por el hecho de que las denunciantes aseguraron que fueron blanco de las vejaciones cuando tenían entre 3 y 4 años, edad similar a la que tenía Lucero cuando perdió la vida. 

Pese a eso, fuentes allegadas a la causa del crimen explicaron que no hay posibilidades de que vuelva a ser investigado por ese hecho: primero porque las últimas pruebas apuntan contra otro sujeto y segundo porque su desvinculación del expediente quedó firme.

Lo cierto es que el Magolla ahora quedó comprometido por las presentaciones judiciales que hicieron las jóvenes, quienes ahora son mayores de edad y describieron ante la Justicia los abusos a los que eran sometidas durante su niñez. De acuerdo con las denuncias, el señalado autor las obligaba a ver videos pornográficos y les producía dolorosas lesiones. 

Además, cuando los sabuesos de Investigaciones fueron a detenerlo, constataron que en su domicilio vivían cuatro niños menores de 9 años, motivo por el que se solicitó la intervención de los Equipos Técnicos Interdisciplinarios (ETI). 

Debido a que las denunciantes de los hechos también habrían sufrido los abusos durante una situación de convivencia o tutela con el Magolla, no se descarta que los chicos con los que actualmente compartía vivienda hayan sido víctimas de los mismos delitos. 

Incluso, un relevamiento con vecinos de la zona permitió conocer que existía cierto malestar porque el hombre siempre solía estar rodeado de niños y esa situación despertaba sospechas, pero que las autoridades del ETI jamás tomaron ninguna medida de protección hacia los menores, explicaron las fuentes consultadas. 

Dramático

La muerte de Jerení Lucero se produjo el 27 de enero de 2017. Ese día, pasadas las 13.40, ingresó un llamado a la línea de emergencias 911 que alertaba sobre una niña que había caído a un canal en la zona de calles Soler y Luján.

Policías de la Unidad Motorizada de Acción Rápida (UMAR) se desplazaron hasta el lugar y entrevistaron a los hermanitos de la pequeña, que tenían entre 4 y 7 años, quienes relataron que se había precipitado accidentalmente al agua y fue arrastrada por la corriente.

Los menores también agregaron que una tía de 16 años la estaba buscando hacia el norte del cauce, motivo por el que los uniformados se dirigieron al final de calle Luján y mediante un rápido rastrillaje dieron con la criatura en el sector de las compuertas. 

Los policías le practicaron maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) y la niña expulsó restos de agua y leche, evidenciando que tenía débiles signos vitales.

Debido a que la ambulancia estaba tardando demasiado tiempo en llegar, decidieron trasladarla en la movilidad hasta el Hospital Carrillo.

Justo en ese momento, a la escena llegó personal de los Bomberos Voluntarios de Las Heras, quienes se subieron a la patrulla y continuaron intentando reanimar a Lucero en el camino al nosocomio. Al mismo tiempo, otros móviles cortaban las calles para llegar rápido a destino. 

Una vez que la menor ingresó al efector público, fue asistida por los médicos y se hizo presente su madre, quien justamente estaba en ese hospital porque tenía internado a otro hijo. 

La joven les explicó a los policías que había dejado a la niña al cuidado de su madre y su hermana, ya que ella estaba asistiendo un hijo varón, quien se encontraba alojado en el Carrillo por otro motivo. 

Acto seguido, los médicos le comunicaron a la madre que su hijita había sufrido un paro cardiorrespiratorio, pero quedó con vida y la derivaron al Hospital Notti. Pese a los esfuerzos de los profesionales para salvar a la criatura, con el paso de las horas, su cuerpo no soportó más y falleció a las 19.

Luego del deceso, el cadáver de Lucero fue trasladado al Cuerpo Médico Forense (CMF) para hacer la autopsia de rigor, pero ese análisis demostró que la niña tenía signos de abuso sexual y había fallecido a causa de un reflejo vagal.

Esa causa de muerte fue la misma de casos relevantes como el de Lucía Pérez, en 2016, y de Marcela Salas, en 1995, quienes fueron accedidas analmente con un palo y una botella, respectivamente. 

Básicamente, ese diagnóstico dio cuenta de que, a partir de un abuso sexual con acceso carnal, la víctima sufrió un dolor intenso que activó un síncope sobre el nervio vago, que desencadenó un paro cardiorrespiratorio y la posterior muerte.

A partir de allí, se inició una pesquisa que terminó con la captura del Magolla en junio de ese año, marcado como posible autor por su ahijada, madre de la niña.

La joven sospechaba de su familiar, debido a que ese día dijo que no podía cuidar a Jereni porque tenía que trabajar, pero nunca salió de la vivienda que compartían. 

Pero, de las averiguaciones con otros parientes surgió que, en los momentos previos a la muerte de la menor, el sexagenario estaba tomando mate junto a su hermana.

Asimismo, la madre de la víctima aportó una nueva versión, ya que le reveló a los investigadores que sus hijos le contaron que Jereni había estado junto a otro familiar en la zona del canal y que ellos habían notado que la niña tenía lesiones en los genitales. Pero cuando le preguntaron, el hombre les dijo que “se había sentado sobre una aguja”.

Por eso, las sospechas apuntaron contra este nuevo sospechoso, quien fue detenido, pero también recuperó la libertad al poco tiempo, por lo que el caso se mantuvo impune.