Al empresario Diego Barrera (51) sólo se le conocían sus escritos; los que viene presentando desde hace más de un año en la Justicia federal en las causas por el asesinato del ex despachante de aduana Diego Aliaga y la que tiene al juez federal Walter Bento, procesado por liderar una banda dedicada a sacar presos a cambio de coimas.

Barrera está acusado de secuestrar y matar a Aliaga a fines de julio del 2020 junto con su familia (mujer e hijastros) y es el considerado testigo “estrella” del llamado Bentogate.

Pasa sus días en la cárcel de San Felipe, después de que denunciara agresiones en la cárcel federal de Cacheuta.

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Y, por primera vez, desde el lunes 3 de agosto, cuando quedó detenido en su casa del barrio Dalvian, habló de ambos expedientes.

Accedió a una entrevista con El Sol desde su celda de la prisión capitalina y señaló que ambos sumarios están relacionadas por diversos puntos que, hasta el momento, no han sido unidos por los detectives. “No le tengo miedo. Todas las cosas que le ha hecho a mi familia. Todo el daño que le ha hecho; torturarlos, prácticamente”, afirmó con referencia al juez que está en el centro de la escena mediática desde hace meses.

No sólo eso: aseguró que el titular del Juzgado Federal Nº1 “debería ser investigado por el crimen de Aliaga”, dando a entender que existía una fuerte relación entre el juez y la víctima vinculada a la presunta asociación ilícita que también integraban abogados del fuero penal. Puso al magistrado en el máximo nivel de sus problemas, focalizado en una “persecución” que viene sufriendo su familia intramuros.

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El imputado-testigo habló durante 30 minutos. Respondió todo lo que se le preguntó y también apuntó contra algunas autoridades de la Justicia federal, principalmente el fiscal Fernando Alcaraz y el juez Marcelo Garnica, los responsables del caso Aliaga.

Alcaraz es el líder de la instrucción. Ordenó la detención e imputó a Barrera, la esposa, Bibiana Sacolle, y los hijos de la mujer, (Lucas y Gastón Curi), y Garnica los procesó con prisión preventiva en base a una serie de pruebas que confirman que Barrera y sus hijastros, más la ayuda de un empleado, le quitaron la vida a Aliaga.

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Barrera presentó el 5 de octubre del 2020 ante la fiscalía, días después del hallazgo del cadáver de Aliaga, un escrito en el que confesó que mantenía conflictos con Aliaga y que “se me murió” durante un encuentro que tuvieron en una propiedad que ambos iban a explotar comercialmente.

Desligó a toda su familia del hecho y también les pidió perdón a los parientes de la víctima, a quien consideraba “un amigo”. Nunca habló y dio su versión de las acusaciones en el expediente. “No me dejan declarar”, denunció.

Sin embargo, en la entrevista dijo que no fue el autor del hecho de sangre y que lo admitió “por un fuerte apriete” que sufrió.

“Simple. Yo admití por un fuerte apriete. Si no decía eso mataban a toda familia. A mi hija, mis hijos, mi señora. Si yo no admitía eso la iban a pesar muy mal. Si digo quién es, esto va a generar más ruido de lo que hay. Es un apriete que viene hace más de un año en mi propia empresa”, reveló.

– ¿Básicamente, hay otra persona que mató a Diego a Aliaga y no es usted…?
Por supuesto, sí, señor.

También desligó a Washington Rosales del homicidio de Aliaga. Este hombre, el llamado quinto detenido de esta causa, era empleado de la empresa de transporte para chicos especiales de Barrera llamada Solcito y les contó a los investigadores, luego de un acuerdo, dónde había sido descartado y enterrado el cadáver.

En setiembre del año pasado, efectivos de Investigaciones dieron con los restos maniatados en Costa de Araujo, departamento de Lavalle.

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Los cinco somos inocentes. Me gustaría que él lo explique. Y no sólo eso, sino que la supuesta llamada del secuestro (extorsivo) nunca la recibió Gonzalo Aliaga, el hermano de la víctima, él se encontraba denunciando la desaparición de Diego Aliaga cuando esto sucedió (el hecho) y el teléfono no estaba en sus manos. Yamil Rosales, yo se lo digo muy corto, tuvo los mismos aprietes que yo, lo apretaron de la misma forma, donde (a) él, le iban a matar a su hijo y a su mamá, que tiene cáncer. Así de sencillo. Yamil Rosales no tiene nada que ver”.

Para la Justicia federal, todas las pruebas conducen a Barrera, a su familia y también a Rosales. La hipótesis principal señala que Aliaga pasó la noche con Barrera en su casa del barrio Palmares y que tenían pensado encontrarse al otro día en una propiedad de calle Bandera de los Andes, en Guaymallén, donde ambos estaban desarrollando la puesta en funcionamiento de un centro de rehabilitación para chicos con discapacidades.

Y agrega que Aliaga fue asesinado por deudas de dinero y otros conflictos personales que existían entre ambos. Rosales habría cobrado dinero para deshacerse del cuerpo y hubo un llamado extorsivo reclamando un millón de dólares. Esta comunicación habría sido realizada por uno de los hijastros de Barrera, luego de comprar el chip en Las Heras.

Sin embargo, Barrera aseguró que esto no sucedió como lo reconstruyeron judicialmente y que había gente de “arriba” que se paseaba con el celular de Aliaga (el que nunca fue hallado) por las zonas donde tenían pensado encontrase para culparlos a ellos del hecho. “El celular de Aliaga lo tienen ellos. ¿Saben por qué? Porque ahí estaba todo. Diego les grababa permanentemente a todos. Era su seguro de vida. Ese era el miedo que él tenía. Grababa a Walter Bento, con quien se reunía. A Alba, a Ortego (Jaime y Luciano, dos de los abogados detenidos y procesados acusados de ser parte de una asociación ilícita junto con Walter Bento)”.

Picante

Diego Barrera también habló en profundidad del Bentogate. Y cuestionó a los abogados Alba y Ortego, a quienes marcó como los cabecillas de la organización después de Bento y Aliaga.

Siempre lo dije: Jaime Alba era el número uno; Ortego, el dos. Y después venían todos los otros, que eran salchichas, como decía él (por Aliaga).

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Y cuestionó el rol del procurador de la provincia, Alejandro Gullé, al sostener que hubo un arreglo para que la causa por el crimen no sea investigada en la Justicia ordinaria.

Hubo un arreglo entre Bento, Jaime Alba y Gullé. No querían que la causa pasara a la provincia y la dejaron como secuestro porque era la única forma de tenerme a mí, presionarme a mí con toda mi familia para que yo no siguiera hablando. Ese fue el motivo principal, porque Juan Aliaga (hijo de Diego) le dio plata a Alba para que hiciera ese arreglo. Me hago responsable de lo que digo”, sentenció.

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