Tres años encerrado en una oscura y fría celda de la inhabitable Penitenciaría de Mendoza parecen no haberle hecho recapacitar a un reconocido estafador mendocino, quien, tras salir en libertad, continuó con su modo de vida por fuera de la ley y volvió a caer en manos de la Justicia. Esta es la increíble historia de un hombre de 53 años que se hacía pasar por ingeniero civil y estafó a una gran cantidad de personas. Tras caer preso en el 2001, recuperó la libertad hace dos años, pero en los últimos días fue apresado nuevamente por continuar con los timos.
ARDID INGENIOSO.
El delincuente tenía una forma de operar muy particular. Ponía avisos clasificados en los diarios ofreciendo los servicios de su empresa constructora y citaba a los ingenuos clientes a una oficina personal muy bien montada, y que daba aspecto serio a la operación, para que arreglaran las condiciones de contratación. Así era como este sujeto, de apellido Raia, les solicitaba a los compradores un adelanto de entre 30 y 50 por ciento del costo total de la construcción, excusándose que necesitaba el dinero para poder comprar los materiales y comenzar con la obra. Sin embargo, en algunos casos las construcciones las comenzaba y dejaba de trabajar a los pocos días o, en el peor de los casos, ni siquiera las empezaba.
Acto seguido, el timador se fugaba, cambiaba su número de teléfono y se mudaba de oficina, haciendo imposible que las personas estafadas pudieran encontrarlo. Sin embargo, doce de las víctimas hicieron la denuncia correspondiente, por lo que, desde hacía varios días, personal de Delitos Económicos de la Policía estaba tras sus pasos. Así fue como, el lunes a la tarde, Raia pudo ser detenido cuando caminaba por las calles de Maipú, a la vez que se procedió a allanar el último domicilio en el cual había trabajado, ubicado sobre la calle Tiburcio Benegas, en plena Quinta Sección.
Según informaron efectivos que participaron del operativo de búsqueda, el estafador cambiaba de oficina cada dos o tres meses, por lo que se hacía muy difícil poder hallarlo. Además, agregaron que el dinero solicitado a sus clientes rondaba entre los 15.000 y los 25.000 pesos, por lo que suponen que la suma que debe de haber ganado con esas tretas sería muy alta. Fuentes policiales informaron que, en el 2001, Raia había sido condenado a tres años de prisión, acusado de haber estafado, al menos, a 20 personas con la misma modalidad, que venía ejecutando desde dos años antes de su primera detención.