Luego de varias semanas de hermetismo, la causa por el homicidio de Facundo “Caco” Martínez, el fletero ultimado por un policía de la Federal en Ciudad, tuvo novedades en las últimas horas.

El integrante de la fuerza recuperó la libertad después de que la fiscal Andrea Lazo, a cargo del expediente, cambiara la imputación de homicidio agravado por la calidad de sujeto activo (policía) en concurso ideal con homicidio agravado por uso de arma de fuego a homicidio con exceso de la legítima defensa. 

De esta forma, el efectivo pasó de ser investigado por gatillo fácil y arriesgar una pena de prisión perpetua a quedar acusado por un delito que sólo prevé castigos de 1 a 5 años de prisión.

Pese a que el abogado defensor del agente de la Policía Federal Argentina (PFA), Carlos Moyano, entendía que su cliente había actuado en legítima defensa y la causa debía ser archivada, ahora solicitó definir todo a través de un juicio abreviado inicial.

A través de este mecanismo, el acusado deberá admitir el delito que se le endilga y sería condenado a tres años de prisión en suspenso, mientras que se le impondría una inhabilitación para ejercer cargos policiales de 3 a 6 años, revelaron a El Sol fuentes allegadas al expediente.

Si bien resta ultimar detalles, todo está encaminado para que la audiencia se realice en los próximos días y se concrete el pacto entre la defensa y la Fiscalía. El acuerdo debe ser homologado por un juez. 

Desde la querella, a cargo de Pablo Cazabán, adelantaron que no se opondrán al acuerdo y que la familia de la víctima entiende que se trata de una desenlace “razonable”.

Las pruebas a favor del efectivo

Desde la noche del jueves 18 de febrero, el policía de la Brigada de Investigaciones de la PFA se encontraba alojado en la Comisaría Tercera de Ciudad. Más allá de que sobre él pesaba una dura imputación, su pase a la cárcel se dilató durante casi tres semanas.

Las fuentes consultadas explicaron que la fiscal Lazo no quería tomar esa decisión antes de tener los resultados de diversos peritajes que estaban pendientes y prefirió esperar a tener la mayor cantidad de prueba posible. 

Pero, además, ya no era secreto que era difícil sostener la calificación de homicidio agravado y que sólo se le había impuesto esa acusación al policía a modo preventivo, al tratarse de una causa sensible.

En los últimos días, el material probatorio que llegó a las oficinas de Lazo benefició al efectivo: peritajes psiquiátricos, informes de balística y los estudios médicos sobre las lesiones sufrió cuando Martínez intentó atropellarlo. 

Justamente, esa última situación fue la clave para que el policía accediera al cambio de calificación y al recupero de la libertad. Es que se confirmó que hubo una agresión inicial por parte de Martínez, que habilitó al agente federal a utilizar su arma reglamentaria, explicaron las fuentes.

De la investigación surge que, cuando fueron a identificar al fletero, una compañera del efectivo se encontraba al costado del vehículo, del lado del conductor, mientras que el acusado estaba al frente. Aparentemente, Martínez aceleró con intenciones de atropellar al policía y este saltó al capot para evitar la colisión. 

Acto seguido, el vehículo se detuvo y el funcionario cayó hacia la derecha del rodado. Fue allí cuando observó que Martínez se inclinó hacia un lado, movimiento que interpretó como una posible continuación de la agresión a través de un arma de fuego u otro elemento, por lo que repelió la acción con la 9 milímetros provista, sostiene la información judicial.

Pese a esto, jamás se halló un arma o algún elemento similar en el vehículo de Martínez. 

El relato del policía fue coincidente con el de su compañera, así como también con los informes de balística, lo que acreditó su versión. 

Pese a eso, no hubo otro testigo presencial que pudiera aportar un relato objetivo sobre el hecho. Así como tampoco se obtuvieron imágenes del episodio en las cámaras de seguridad pública, ya que el único aparato en ese sector estaba apuntando hacia el lado contrario.

Dudas sobre el operativo

Las autoridades de la PFA que declararon en el expediente, así como también el policía imputado y su compañera, no brindaron mayores explicaciones sobre su presencia en la Tercera Sección de Ciudad, el día que se produjo el hecho de sangre.

Incluso, los dichos que plasmaron en el expediente fueron contradictorios. Básicamente, explicaron que estaba realizando un operativo y que fueron a identificar a Martínez porque estaba estacionado en doble fila y le faltaba una de las chapas patente en su auto.

Existían versiones que señalaban que el personal de la Brigada de Investigaciones estaba trabajando un dato sobre una posible transacción de estupefacientes en esa zona de Capital y que habrían sospechado del fletero, pero jamás se mencionó tal situación en las declaraciones.

Es más, hasta trascendió que previamente lo habían contactado a través de la red social Facebook simulando ser potenciales compradores. 

Cuando el vehículo de Martínez fue revisado, se hallaron algunos frascos con cogollos de marihuana. Más allá de eso, las fuentes aclararon que esa situación no cambia los hechos y mucho menos la situación procesal del miembro de la fuerza.

El hecho

El episodio que desembocó en la muerte de Martínez se registró alrededor de las 20 del jueves 18 de febrero.

Desde un comienzo, todo fue confuso. Primero, testigos llamaron a la línea de emergencias 911 porque habían observado al Ford Mondeo rural de Martínez impactar contra un Peugeot blanco que esperaba el semáforo en calle Salta, antes del cruce con Catamarca. 

Hasta el lugar llegaron Preventores y policías locales, que trabajan en la zona, pero rápidamente la escena se fue llenando de móviles de la PFA. 

En principio la información sobre lo sucedido era escasa, pero luego trascendió que un efectivo federal había abatido a un conductor.

A partir de allí, durante alrededor de dos horas hubo una disputa sobre quién tenía competitividad en la investigación. En principio, parecía que la Justicia federal iba a intervenir pero, finalmente, todo quedó en manos del fuero local.

Fue recién cerca de las 21 cuando los detectives de la Policía de Mendoza pudieron comenzar a trabajar el teatro del hecho.

Para ese entonces, todo tipo de versiones circulaban sobre las circunstancias en las que había matado a Martínez: aseguraban que el auto en el que circulaba era robado, lo señalaron como malviviente y sostenían que había atropellado a dos efectivos. 

A medida que avanzaron las tareas de los pesquisas, todas esas hipótesis se fueron descartando. Si bien Martínez no tenía la transferencia del auto, lo había comprado en buena fe hacía un tiempo y lo utilizaba como remís y flete para mantener a su familia, ya que tenía cuatro hijos.

Tampoco había existido una persecución. La reconstrucción sostiene que los policías abordaron a Martínez para identificarlo y este aceleró, aparentemente para evitar el control ya que no contaba con los papeles correspondientes. 

Lo cierto es que los efectivos dispararon en tres oportunidades: el efectivo efectuó dos disparos hacia el conductor, mientras que su compañera realizó otro para disuadir. 

Uno de los proyectiles le impactó el pecho a Martínez, quien en un acto reflejo, con sus últimas fuerzas, volvió a acelerar el vehículo y terminó su marcha al chocar contra un auto, para luego caer con una de las ruedas delanteras a una acequia.