Los dos presos que fueron juzgados en la Sexta Cámara del Crimen por el cinematográfico escape del penal en octubre del 2005, Aníbal Coqui Andino y Marcos Fabián Molina, fueron condenados ayer a 6 y 4 años de prisión respectivamente por los delitos de privación ilegitima de la libertad, portación de arma de guerra y tentativa de evasión. Además, la denuncia de los ahora condenados contra dos penitenciarios que habrían colaborado en el escape fue tenida en cuenta por el juez Alejandro Brizuela y se envió una compulsa con el objetivo de que se abra un expediente para investigar este supuesto delito.
La historia de los internos sucedió durante la siesta del 20 de octubre del año pasado cuando, a punta de pistola y vestidos con uniformes de penitenciarios, lograron fugarse del penal de calle Bolougne Sur Mer. A pesar de que fueron apresados horas más tarde en el Hospital Militar –ubicado a escasos metros de la Penitenciaría–, la historia del escape es más que dramática. Pero no todo fue tan sencillo como parece.
Tuvo su origen cuando Andino tenía entre sus ropas una pistola cargada calibre 9 milímetros. Durante el horario de visita, se desató el descontrol: Andino ingresó con actitud amenazante al interior del pabellón de máxima seguridad número 11, ubicado en el sector denominado San Felipe. En esa nave, apuntó a los guardias y gritó el nombre de Molina, para que lo dejen libre. El interno fue liberado por pedido del guardia Pablo Rodríguez. Luego, ambos internos obligaron a varios penitenciarios a encerrarse en el baño. Inclusive, despojaron de su uniforme a uno de los custodios, para luego escapar hacia el Hospital Militar.
Durante el corto debate desarrollado en la Sexta Cámara del Crimen –sólo duró dos jornadas–, ambos presos denunciaron a dos penitenciaros, quienes les habrían entregado el arma y el uniforme a cambio de 10.000 pesos. Por esta denuncia, el fiscal Felipe Seisdedos solicitó al juez Brizuela que se investigue el supuesto hecho.
Fue así que, durante la lectura de la sentencia, se envió una compulsa a la Fiscalía de Instrucción de Capital para que se determine qué grado de responsabilidad tuvieron en el escape Rodríguez y Galván. Según dijeron durante el juicio los internos Molina y Andino, Galván fue el hombre que entregó, en un paquete de yerba, el arma utilizada para fugarse y que Rodríguez facilitó el uniforme de camuflaje. Ambos presos coincidieron en que los penitenciarios los utilizaron con el objetivo de destituir al director del penal de ese entonces, Omar Pérez Botti.