Una investigación que está en sus primeros pasos pero que sumó material probatorio de importancia en las últimas horas: el asesinato del joven Luziano Moreno (30) el jueves por la tarde en el barrio Bombal de Ciudad tiene a un sospechoso imputado y en el penal. 

Allanamientos, el secuestro de un juego de cuchillos sobre una cama y testigos clave terminaron por “cerrar” la hipótesis fiscal contra el detenido, aunque no se descarta que surja la intervención de otra persona en el hecho.

En las últimas horas, la fiscal de Homicidios Claudia Ríos modificó la calificación que recayó sobre el ex empleado judicial Pablo Lorenzo Rivas Stewart (27) y ordenó que pase a la cárcel mientras avanza la causa.

En un principio, había sido acusado por homicidio criminis causa –matar para lograr la impunidad de otro hecho– en concurso real con robo agravado en grado de tentativa.

Sin embargo, confirmaron que el robo se consumó y pasó a estar acusado por robo agravado. Más allá de este tecnicismo judicial, nada cambia para Rivas Stewart en caso de llegar a un juicio oral por jurado y ser hallado culpable. La pena será prisión perpetua.

Ver también: Fiebre por el dólar: cómo fue el crimen en el corazón del barrio Bombal

Trascendió que la familia de Moreno se constituirá como querellante este lunes y que el sospechoso cambió de abogado: estará representado por el bufete del ex ministro de Seguridad a fines de los 90 y ex secretario general de la Gobernación durante el gobierno de Celso Jaque, Alejandro Cazabán.

En los últimos tiempos, ya de vuelta en San Rafael, Cazabán se hizo cargo de la defensa de Julieta Silva, la joven condenada por atropellar y matar a su novio rugbier a la salida de un boliche; uno de los casos más mediáticos del Sur provincial.

Reconstrucción y pruebas fundamentales

Para los investigadores de Homicidios –tanto policiales como judiciales–, el asesinato se produjo en un contexto de cambio de divisas en el barrio Bombal de Ciudad. La víctima tenía la intención de irse a vivir a España con su novia y quería cambiar 4.009.000 pesos por, aproximadamente, 22.000 dólares.

Allí entró en escena un joven que conocían tanto a Moreno como a Rivas. Hizo la conexión y ambos comenzaron a coordinar cómo sería el encuentro en el barrio Bombal, sobre calle Leopoldo Suárez al 600, entre 25 de Mayo y Perú, de Ciudad.

Los detectives entendieron que Rivas, que sería el vendedor de los dólares, planeó robarle el dinero a Moreno y nunca llevó los dólares (es por esto que se espera el resultado de los peritajes de los teléfonos celulares).

La víctima llegó en su auto, un Fox Blanco, y lo estacionó. Algo sucedió en el habitáculo (no está muy claro para los sabuesos policiales) y el presunto homicida, que tenía dos armas blancas –cuchillos– comenzó a atacarla.

Rivas, señaló un testigo clave de la pesquisa (empleado administrativo de una obra social con oficinas en la zona), acuchilló varias veces a Moreno en la zona del tórax y el cuello.

Moreno, como pudo, alcanzó a tirar las llaves del vehículo a la carpeta asfáltica y quedó casi inconsciente en el asiento del conductor.

Esto no pareció importarle al acusado. Bajó con su ropa llena de sangre y las tomó para luego mover al herido al asiento del acompañante y arrancar para darse a la fuga. Fue el testigo el que llamó al 911 y dijo que observó la agresión y las prendas de vestir con rastros hemáticos del sospechoso.

Rivas, agrega la reconstrucción, llegó hasta calle Segundo Sombra de Godoy Cruz, dobló hacia la derecha y tomó por una calle de tierra hacia el norte (cerca del barrio Los Barrancos II), hizo unos 100 metros y estacionó en el pie de un cerro.

Se cambió de ropa porque tenía la intención de descartar el cadáver y comenzó a buscar la mochila donde estaban los millones de pesos.

En ese momento arribaron los policías de Godoy Cruz (UMAR) que habían sido advertidos por el CEO.

En la escena, Rivas dijo que había sido víctima de un hecho de inseguridad. Que le habían robado y atacado. Sin embargo, su versión no tenía sustento. Lo apresaron y dejaron a disposición de la fiscal Ríos.

Después de la detención y la imputación, los efectivos de Homicidios realizaron un allanamiento en la casa del sospechoso. Encontraron la propiedad revuelta. Y, arriba de una cama, un juego de cuchillos “los que son para asado, tipo Tramontina, pero más anchos”, detalló un detective. Faltaban dos piezas. Justamente, se trataba de los mismos que fueron secuestrados y que se encontraban en el interior del Fox blanco, los utilizados para dar muerte a Moreno.

Por estas y otras pruebas, los pesquisas sostienen que Rivas nunca llevó los dólares y que su verdadera intención era robarle los pesos a Moreno. A la hora de notificarle el cambio de calificación, el acusado optó (nuevamente), por el silencio.