Nuevos casos de cohecho (pago de sobornos), un abogado detenido, otros dos que tienen que responder ante la Justicia; policías e informantes complicados y más roles asignados a la asociación ilícita de los ya detenidos forman parte de la llamada segunda parte de la causa Bentogate.

Este martes, después de los allanamientos masivos de principios de mayo, el juez Eduardo Puigdéngolas y el fiscal General Dante Vega ordenaron nuevas medidas: la detención e imputación del abogado Jaime Alba, la del policía José Gabriel Moschetti y la de los contrabandistas Walter Aníbal Costa Sgró y Rosa Isabel Fernández (quedó con pedido de captura porque vive en Chile).

El padre del nexo o facilitador de la organización, Diego Aliaga (asesinado en julio del año pasado), Alfredo Rodolfo Aliaga, quedó con detención domiciliaria.

Ampliaron la imputación contra el juez federal Walter Bento y las de Walter Bardinella Donoso, Leopoldo Martín Ríos y Luciano Ortego.

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Una de las historias recientes de la investigación, que ya había sido revelada por El Sol, está relacionada con el celular que permitió conocer que existían movimientos irregulares entre el juez, abogados, el nexo y algunos imputados.

Se trata del aparato que le secuestraron al narco Walter Bardinella Donoso a principios de marzo del año pasado, cuando lo atraparon por un cargamento de más de 200 kilos de marihuana.

El teléfono abrió un abanico de incertidumbre entre los protagonistas de la causa, tanto es así que hubo ofrecimientos de dinero y hasta intentos fallidos para sacarlo del área tecnológica de la Policía contra el Narcotráfico mientras era peritado. Contenía información vital para algunos personajes.

Y por eso, de acuerdo con la investigación federal, algunos integrantes de la organización tenían la “misión” de recuperarlo.

Así fue como entraron en escena Diego Aliaga, el abogado Jaime Alba y el comisario José Gabriel Moschetti.

Cada uno, por su cuenta, intentó apoderarse del aparato para borrar sus pruebas o “destruirlo”, tal como revelaron fuentes del caso. El objetivo era que no se conocieran las comunicaciones entre Bardinella y su gente de confianza.

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Búsqueda desesperada

El primer intento comprobado vino de parte de Diego Aliaga. El ex despachante de aduana, considerado mano derecha del juez Walter Bento, era informante policial.

Se contactaba años antes de su homicidio con el policía que supo trabajar en la Dirección de Inteligencia Criminal (DIC) y en la PCN –ahora está retirado– y le pasaba información sobre algunos delincuentes.

Este efectivo se presentó a declarar el 19 de mayo de este año y aseguró que se encontró con Aliaga de causalidad en la calle en diciembre del 2019 y que cruzaron algunas palabras. Intercambiaron teléfonos y, al poco tiempo, Aliaga lo llamó.

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Le propuso una reunión en marzo del 2020, después de la detención de Bardinella Donoso, y se juntaron en el restaurante Don Mario, de Palmares.

El policía puso en conocimiento a su superior, el comisario inspector Juan Marcelo Rivera –jefe de la PCN– y se dirigió al encuentro.

Durante la charla, Aliaga le dijo que “necesitaba rescatar el teléfono de Donoso Bardinella” (sic) y le agregó que sabía que lo tenían secuestrado en “Narco” (haciendo referencia a Narcocriminalidad, como se denominaba antiguamente el área).

“Yo no sé qué tiene el teléfono, es amigo nuestro, queremos rescatar el teléfono”, le dijo Aliaga al policía de acuerdo con su declaración. Y agregó: “Si hay que cambiar el teléfono, lo reponemos por uno igual”.
El policía le dijo que no podía hacer eso y Aliaga contestó que “se lo había pedido el Moncho”.

Moncho, de acuerdo con la investigación y las fuentes consultadas, es el comisario José Gabriel Moschetti. Es más, en el teléfono de Bardinella Donoso estaba agendado con ese alias.

El comisario Rivera, en una de sus tres declaraciones en la causa, la del 14 de mayo de este año, ratificó lo expuesto por el policía.

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El segundo intento para recuperar el celular fue protagonizado por el señalado comisario Moschetti mientras era jefe de la PCN en el Valle de Uco.

Una vez secuestrado el teléfono, el 6 de marzo, fue trasladado a la División Medios Técnicos de la PCN para su correspondiente peritaje.

La responsable de esa área informó a sus superiores que Moschetti, que prestaba servicios en otra jurisdicción, había ido hasta su oficina y le había preguntado sobre la detención de Bardinella.

La efectivo, una oficial principal, declaró el 21 de mayo en sede judicial y señaló que Moschetti se había presentado el 9 de marzo del 2020 en Medios Técnicos, es decir, tres días después de la captura de Bardinella.

Por último, el tercer intento para apoderarse del dispositivo que tenía todos los contactos, llamadas, audios y mensajes con policías y abogados, fue protagonizado por el letrado Jaime Alba.

De acuerdo con la investigación federal, el representante legal fue grabado por un reconocido informante policial y estafador de la provincia, durante un encuentro que mantuvieron el 28 de abril.

Este hombre declaró como testigo reservado el 26 de mayo y aportó las grabaciones de Alba. En el encuentro también participó un policía.

De la transcripción de la conversación se desprende que Alba hablaba del teléfono de Bardinella Donoso:

– “Decile que saque, el loco tiene que sacar un audio, tiene que sacar un audio, un audio completo, no un pedacito de dos segundos como el que escuchás vos que dice… a ver”.

– “Un audio completo quiero, no todos los audios, un audio completo y que lo borres, después tiene que desaparecer el teléfono, borrarlo del teléfono a la mierda”.

– “Me dice, si existieran los audios, igual me chupan la pija, porque esta causa la hago desaparecer igual, por poder político, pero que no existan me genera mucha más tranquilidad”.

Por esto, el teléfono de Bardinella se transformó en la pieza clave del Bentogate. Nadie pudo cumplir la misión y el aparato, después de un análisis, reveló las conexiones y las maniobras que se desarrollaban cada vez que el juez sospechado estaba de turno.