Allá por 1909 estaba Leo Bakeland en su laboratorio de New York cuando su mujer le pidió que fuera a comprar dos hamburguesas con Ketchup. –No, perá vieja, que termino de inventar una güevadita que puede ser interesante y No sé como llamarla. La mujer le dijo:“Ponele tu apellido, así todos saben a las estupideces que te dedicás”.

    Así nació la baquelita, el primer plástico orgánico. Desde entonces, el plástico ha venido produciendo objetos sin parar y con un crecimiento espeluznante. En estos momentos podés encontrar autos de plástico, colchones de plástico, edificios de plástico, aviones de plástico, estatuas de plástico, muñecas de plástico, y hasta árboles de plástico. Todo lo que pueda considerarse objeto es susceptible de ser confeccionado con plástico.

    Se le llama plástico porque es dúctil, blando, que se deja moldear fácilmente. El plástico en la naturaleza está causando estragos, porque la naturaleza necesita años para degradar el material e incorporarlo sanamente a sus entrañas. Cuando salgo a recorrer los aledaños de nuestra ciudad, o me meto en la geografía de mi provincia, me da pena encontrar bolsitas de plástico por todos lados, sobre los árboles, en los alambres, sobre los yuyos, sobre la tierra, sobre las flores, sobre el paisaje.

    Plástico, plástico, plástico, por todos lados plástico. Vamos a tener que hacer algo para controlar este descontrol, porque sino, a este planeta llamado Tierra los extraterrestres van a empezar a llamarlo Plástico.