Las tendencias generan siempre un conflicto con lo clásico: lo nuevo y lo viejo se ven desafiados a permanecer, mientras el cliente decide cuál le parece mejor. Sucede al momento de elegir un corte de pelo y, con mayor frecuencia, a la hora de escoger peluquero.

Según precisaron desde la Dirección de Comercio de la Ciudad de Mendoza, este año las peluquerías que abrieron en Capital están dentro de los parámetros habituales: 13 locales. El responsable del área, Pedro Dantiak, explicó que existe un equilibrio entre los negocios de este tipo que cierran y abren. “Si hablamos de todos los rubros, alternan siempre entre 9 mil y 10 mil”, precisó.

Aún así, es posible encontrar anuncios virtuales y en las calles de peluqueros que trabajan a domicilio. En los grupos de compra-venta de Facebook, decenas de personas ofrecen este servicio a diario. Los precios oscilan de los 120 a los 250 pesos por un corte, mientras que peinados y otros servicios más elaborados generalmente surgen en ofertas.

David Salomón se dedica a esta actividad desde hace varios meses y menciona que la comodidad es el principal atractivo. “Hay gente que prefiere estar en su casa y ahorrar el tiempo de viaje y la posible espera”, mencionó, a pesar de que otros ven un salón de peluquería como una actividad distendida.

Entre las desventajas, Salomón explica que demora conseguir la clientela, ya que no se posee cartel fijo o local -aunque se ahorre el costo de esto último-. “Sin clientela, no es redituable: tampoco les interesa a muchos dejar entrar a su casa a alguien que no te conoce ni sabe cómo trabajás”.

Aún así, la salida laboral es rápida. Lautaro Jalid, que alterna su actual trabajo con la peluquería, mencionó que la demanda siempre existe. “El pelo no deja de crecer… en la mayoría”, apuntó. Esta modalidad tampoco exige una gran inversión: las tijeras y máquinas tienen una vida útil prolongada y no es necesario volver a aportar dinero en gran cantidad.

Sin embargo, para quienes cuentan con un salón, consideran que existe una desventaja clara. “Nosotros tenemos un marco de pérdida con el local, en el colega que no lo tiene, todo es ganancia”, mencionó Sebastián Valmaceda, peluquero del local que lleva su nombre en el Barrio Santa Ana.

La mayoría de los que ofrecen cortes a domicilio lo hacen sin un registro impositivo, aumentando más el margen de ganancia.

Junto con esto, Valmaceda también explicó que es un desafío a la profesión. “Uno tiene que comprometerse y buscar la forma de que el cliente quiera volver; se trata de una competencia que existe, está ahí, y hay que hacerle frente”, precisó.

En líneas generales, los peluqueros -nómadas y de salón- coinciden en que “hay público para todo”, por lo que, en medio de la crisis, se puede obtener trabajo rápido si se satisface el deseo del cliente.