Cuyun Mapú, algo así como país de las arenas. Ese era el nombre que tenía el territorio que hoy habitamos junto con los sanjuaninos. La denominación hablaba de un hábitat bastante parecido a un desierto. Por lo tanto, el agua fue, desde el comienzo, la búsqueda anhelada y su domesticación, la posibilidad de crecimiento.

    La cultura de los cuyanos es la cultura del agua. Los incas dejaron sus enseñanzas y fue todo un comienzo. Había que invitar al agua a conocer otros lugares. Para eso era necesario procurarle caminos, pero también contenerla para cuando las nieves, allá arriba, se hicieran escasas. Pequeños embalses, paredes contenedoras, estanques artificiales. De todos modos, semillas de estos diques que ahora ostentamos orgullosamente.

    Se anuncia la construcción del Portezuelo del Viento, en el querido territorio de Malargüe. Serán cinco presas, casi como una pequeña cárcel de mujeres, y entonces Mendoza pasará a ser la provincia con mayor cantidad de diques del país. Los nombramos: el Carrizal, Potrerillos, los Nihuiles, Valle Grande, Agua del Toro, los Reyunos y, ahora, Portezuelo del Viento, más otra decenas de parientes menores.

    La lucha contra aquello que los mapuches llamaron Cuyún Mapú continúa y esta es una forma de ganarle algunas batallas. Tal vez, algún día pasemos a ser Mapú Co, el país de las aguas. Eso, siempre y cuando Obras Sanitarias no siga con los cortes.