Israel parece acercarse a su principal objetivo, expulsar a Hezbolá lejos de la frontera, gracias, en gran parte, a la ofensiva diplomática internacional, que ahora está ganando apoyo de varios regímenes árabes. Trece días de bombardeos israelíes por aire, tierra y mar contra Líbano y más de 370 muertos, la mayoría civiles, no han conseguido alejar a Hezbolá (Partido de Dios) de la zona fronteriza ni han impedido el lanzamiento de cohetes contra Israel. Todos los mediadores internacionales, en especial EEUU, coinciden en que para calmar de una vez por todas la frontera líbano-israelí hay que ayudar al pro occidental Gobierno de Beirut a enviar al Ejército libanés al sur del país, controlado por el pro iraní Hezbolá.

        Esta idea es apoyada, ahora con más claridad y firmeza, por países árabes como Arabia Saudí y Egipto, aliados de Estados Unidos y con gran influencia en el mundo árabe islámico. Todos los miembros de la Liga Árabe (22, incluido Líbano y la Autoridad Nacional Palestina) apoyaban firmemente la resistencia libanesa, en alusión a Hezbolá, durante la presencia militar israelí en el sur de Líbano, que terminó en mayo del 2000 después de 22 años de ocupación.

        Ahora, Riad y El Cairo, entre otras capitales, parece que han dejado aparte, de momento, su tradicional apoyo a la “resistencia” libanesa, algo que varios comentaristas de la región atribuyen a temores de esos países a que se extienda más la influencia chií pro iraní en Líbano. Por ello, Egipto y Arabia Saudí, entre otros países como Jordania, han criticado las “aventuras” y “acciones irresponsables” de Hezbolá, en alusión a la captura de dos soldados israelíes, que “llevó a la destrucción de Líbano”.

       Arabia Saudí, invitada junto a Egipto a la conferencia de hoy en Roma para buscar una solución a la crisis, envió el domingo a su ministro de Exteriores, príncipe Saud Al Faisal, a Washington con un plan para resolver de forma definitiva el conflicto líbanoisraelí. La iniciativa saudí propone un alto el fuego, el inicio de negociaciones para el intercambio de prisioneros en las que Líbano esté representado por su Gobierno y apartar a Hezbolá de la frontera, la ambición israelí. El plan, según fuentes diplomáticas libanesas citadas por la televisión Al Yazira, prevé también la posibilidad de desplegar una fuerza de los miem- Irán y Siria, ansiosos por intervenir Israel cree que la destrucción de Hezbolá dará alivio al conflicto de Oriente Medio, pero el Gobierno israelí no debería subestimar la capacidad de los milicianos chiís que en el pasado lo obligaron a retirarse de Líbano.

         ¿Es la guerra la solución? ¿No debería Israel medir las consecuencias de una nueva confrontación militar en la región, teniendo en cuenta que Siria e Irán están listos para atacarla? Una invasión destruiría, probablemente, la frágil democracia libanesa, pergeñada durante la Revolución de los Cedros tras el asesinato del primer ministro Rafic Harari, que provocó la caída del Gobierno libanés prosirio y el retiro de las tropas sirias en 2005.

         Si bien las diferencias militares son abrumadoras a favor de los israelíes, Hezbolá no sólo tiene mejorados misiles Katyusha, usados por Rusia en la Segunda Guerra Mundial, sino otros cohetes que pueden alcanzar ciudades populosas, como Tel Aviv. A pesar de las críticas internacionales, la operación militar lanzada por el Gobierno del primer ministro, Ehud Olmert, en Líbano para exterminar al partido libanés es apoyada por la mayoría de los israelíes, según las encuestas.

       Con todo, las organizaciones humanitarias no dejan de condenar a Israel por sus bombardeos indiscriminados contra Líbano, tras desencadenarse el conflicto por la captura por parte de Hezbolá de dos soldados israelíes y la muerte de otros ocho efectivos. Los analistas creen, sin embargo, que será difícil erradicar al grupo liderado por el carismático líder Hassan Nasrallah, quien advirtió que sus hombres cuentan con misiles iraníes Zelzal 2. Otro factor importante de Hezbolá es su red de túneles y el amplio apoyo que recibe de la población libanesa, que los considera héroes por haber obligado a Israel a retirarse de Líbano en 2000.

       Para Howar La Franchi, del diario estadounidense The Christian Science Monitor, el grupo chií libanés no sólo está usando misiles contra Israel, sino también un arma más efectiva: las imágenes de la destrucción de Líbano por parte de los bombardeos israelíes. En algunas páginas web, Hezbolá compara la destrucción de Londres por parte de los nazis con el Líbano actual. El analista recuerda que en Perú fue casi exterminada la guerrilla maoísta Sendero Luminoso, pero dice que este no es el caso del grupo Hamas, que ganó las elecciones legislativas palestinas, ni tampoco el de Hezbolá, que tiene dos ministros en el Gobierno libanés y 14 legisladores en el Congreso. /Alberto Galeano, Télam bros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU en la frontera, aunque no menciona, de momento, el desarme de la milicia chií. Las ideas saudíes las explicó Al Faisal a la secretaria de Estado de EEUU, Condoleezza Rice, en víspera del viaje que esta realizó ayer a Oriente Medio para reunirse con los líderes libaneses e israelíes, antes de la conferencia de Roma. Rice ha recordado en varias ocasiones que el desarme de Hezbolá, considerado por Washington como una organización terrorista, lo exige la resolución 1.559 del Consejo de Seguridad de la ONU.

       Conforme a esta misma decisión internacional, Siria, aliado de Irán y el principal soporte árabe de Hezbolá, se vio obligado a retirar sus tropas y sus servicios de inteligencia de Líbano, tras unos treinta años de presencia militar en el territorio libanés. El titular de Exteriores saudí destacó en Washington que lo más importante para su país era conseguir un alto el fuego, para poner fin a la destrucción de la infraestructura de Líbano por los bombardeos israelíes. Arabia Saudí fue el país que patrocinó el acuerdo de Taef que puso fin a la guerra civil libanesa (1975-1990), y es una de las ricas monarquías árabes del golfo Pérsico que más dinero ha invertido en la reconstrucción de Líbano tras la guerra.