El fiscal de la Unidad de Delitos Complejos, Luis Correa Llano, ordenó que se realice una serie de exámenes psicológicos al policía Cristian Bressant, imputado por matar al chico Mauricio Morán (14), en Perdriel, el 5 de mayo. Además, solicitó que se determine qué tipo de proyectil tiene incrustado en el glúteo izquierdo el menor de 13 años que resultó herido en la fatal balacera –también un perdigón traspasó la mano de un niño de 2 años–, durante un erróneo operativo policial, realizado a plena luz del día cuando un grupo de personas saqueaba carbón de uno de los vagones del tren que pasa frente al barrio Cuadro Estación, en Luján.

      Estas medidas fueron confirmadas por el abogado de la familia Morán, Marcelo D’Agostino, quien ayer tuvo acceso al expediente de la causa. Según señalaron fuentes judiciales, la situación procesal del efectivo Bressant es cada vez más comprometida debido a que, además de comprobarse que el disparo mortal fue realizado a unos 40 metros, ya ha sido reconocido en rueda de personas como el hombre que activó el gatillo.

OBJETIVOS.

      Con estas pericias, el fiscal tratará de determinar qué tipo de proyectil tiene incrustado en el glúteo el menor, quien actualmente está fuera de peligro: si es de una Itaka, al igual que el perdigón de plomo que terminó con la vida de Morán, o pertenece a otro tipo de arma. De llegar a comprobarse que es de plomo (cartuchos denominados PG, Posta de Guerra), quedaría ratificado que el disparo salió de la misma escopeta que mató a Morán.

     Este tipo de cartuchos es suministrado a la fuerza policial de manera restringida. Antes de estas medidas, hace un par de semanas, el fiscal se dirigió al lugar de los hechos para reconstruir cómo fue la muerte de Mauricio. Entre otras cosas, se supo que el disparo fue a unos 40 metros, desde arriba hacia abajo. Es decir, que el efectivo sospechado levantó sus manos para apretar el gatillo, dejando de lado la versión de afirmaba que el tiro se le había escapado.

      El efectivo Bressant está imputado por “homicidio agravado por el uso de arma de fuego y lesiones agravadas”. Con esta pesada carátula sobre sus hombros, si es juzgado y encontrado culpable, podría ser condenado a prisión perpetua.