En el horizonte electoral mendocino aparecen dos incógnitas todavía sin resolver ni descifrar: una de ellas es si Alfredo Cornejo será candidato a senador nacional, como todo el mundo parece tenerlo como descontado, confirmado y garantizado, empezando –según se cree– por el gobernador Rodolfo Suarez.

La segunda sobrevuela el mundo del perokirchnerismo, sus urgencias y necesidades; pero, particularmente, las de Anabel Fernández Sagasti, la actual senadora que irá por su reelección buscando como objetivo de mínima –y en este número radica la incógnita–, 40 por ciento de los votos de los mendocinos en las elecciones de medio término.

Cornejo avanza en estos tiempos de la política con la vista puesta en el escenario nacional. Allí, en esa dimensión, busca hacerse un lugar entre los cuatro o cinco referentes que hoy tiene la oposición y desde donde se edificará la construcción por la aspirada vuelta al poder que tiene parte de ese espacio. Con ese objetivo como idea fija, cumpliendo un procedimiento y una estrategia similares a las que aplicó en Mendoza y que lo condujeron al poder, Cornejo arma equipos, pero, por sobre todas las cosas, busca ganar en conocimiento y penetración en el tejido social.

Quienes están cerca de él interpretan que el diputado nacional ha conseguido sólo una parte de las condiciones. Se refieren a que ya logró ingresar al radar de los sectores con poder real en el país. Mauricio Macri y Jaime Durán Barba llamaban a ese conjunto de poder el “círculo rojo”. A Cornejo no parece preocuparle definirlo de esa manera o de otra, pero sí que el conjunto o buena parte del poder real ya lo está registrando. Su deficiencia está en el grado de conocimiento y en lo que le cuesta llegar a la agenda de los medios nacionales sin tener que hacer un esfuerzo descomunal como, por caso, hablar de la supuesta independencia de Mendoza, una cuestión disparatada en los hechos, pero fuertemente simbólica que identifica a la gran mayoría de los mendocinos.

Ahora, bien, ¿necesita imperiosamente Cornejo ser candidato a senador para darle vida y mantener su sueño presidencial? Para algunos –varios analistas entre ellos–, a Cornejo le vendría bien llegar al Senado para confrontar con Cristina Fernández y consolidar su perfil duro y revulsivo con el kirchnerismo. Y si hay algo que lo diferencia de uno de los presidenciables del espacio opositor –quizás el más importante y con más chances de todos–, Horacio Rodríguez Larreta, es su posición dura y férrea con el kirchnerismo, con el actual gobierno y con las anteriores tres gestiones que lograron alumbrar los Kirchner.

Sin embargo, tampoco esa sería una condición insoslayable, de cumplimiento obligatorio. Entonces surge la pregunta todavía sin respuesta: ¿debe ser o no candidato? Sólo un triunfo de esos inesperados con más de 50 por ciento de los votos o más y con él como candidato podría ubicar a Cornejo entre los primeros lugares para acceder a la candidatura presidencial, más si logra superar lo que podría obtener Rodríguez Larreta en la CABA, afirma alguno que otro de los que siguen de cerca este momento en la carrera de Cornejo. Y son los mismos que agregan que el diputado cree que el triunfo en Mendoza, hoy, al menos, está garantizado por una diferencia “normal”, similar a la de los últimos comportamientos electorales. De igual forma, Cornejo necesita de ese hipotético triunfo para que se lo presente a nivel nacional como una o buena parte de su factura, de su propia construcción.

Pero, serían unas PASO entre los principales aspirantes del espacio opositor las que abrirán las puertas de manera incuestionable y más que legítima para competir por la Presidencia a quien las gane. Por allí discurre el plan o, al menos, uno de los caminos que tiene el radicalismo, con Cornejo y otros, para adelantarse al macrismo y al Pro de Rodríguez Larreta, el primer adversario a superar.

Anabel Fernández Sagasti va por la Gobernación en el 2023 y por la reelección en el Senado. Allí no hay secreto por revelar. Pero, quienes arman o la ayudan a armar la estrategia hacia una campaña y elección exitosas la animan a llegar a la meta de 40 puntos en las elecciones. Para ello habrá tenido que cambiar sus formas y hasta su discurso para perforar la base de sustentación que hoy la blinda, el famoso piso y techo que algunos identifican entre los 25 puntos y algo más.

Ya ha comenzado a circular un folleto en todas las plataformas con una pregunta provocadora: “¿Quién sos, Anabel?”, a la que se acompaña con más de una decena de fotos de la senadora de todas las épocas; desde que era una bebé hasta la actualidad. Y, en el interior o al dorso del escrito, varias respuestas a aquella pregunta de quién sos Anabel: se lee “rebelde”; “apasionada”; “la primera mujer en la historia en convertirse en presidenta del Partido Justicialista”; “la que, trabajando como moza, se recibió de abogada, mientras era voluntaria de la Casa Cuna, con la angustia de sentir que eso no alcanzaba”; la que vino de “una casa humilde de un barrio de laburantes de Godoy Cruz”; la que tuvo “un padre y un abuelo peronistas”; “una madre cariñosa pero exigente” y la que quiere “una Mendoza, como todos, donde las oportunidades no sean un privilegio de pocos”. “Esa soy. Soy Anabel Fernández Sagasti”, responde la senadora, “¡y con sólo 36 años!”, también indica uno de los párrafos.

El folleto “¿Quién sos, Anabel?”, ya circula y provoca comentarios de diversa naturaleza. En particular, moviliza y anima algunas charlas internas en el principal partido opositor. Ese es uno de los primeros pasos para llegar a todos, por fuera del kirchnerismo duro, con el objetivo de cosechar adhesiones y votos, desde ya positivos, que le permitan llegar a esa cifra mágica de 40 por ciento o más que la podrían catapultar con posibilidades de éxito a la Gobernación.