Es probable que Alfredo Cornejo haya logrado ponerle paños fríos a esa escalada que ya se había evidenciado durante el fin de semana en el enfrentamiento interno del frente opositor: con Patricia Bullrich en Mendoza, el líder del radicalismo nacional coordinó la reunión vía Zoom que había solicitado entre los integrantes de la Mesa Nacional de Juntos por el Cambio para acordar que el único objetivo que hoy tiene la coalición es frenar el avance del populismo que los despojó del poder en el 2019; evitar que aumente su poderío legislativo, particularmente en Diputados, y redireccionar las críticas y toda la energía disponible contra un “oficialismo que ha estancado a nuestro país en materia económica, social y educativa”.

Aunque la mesa descartó la firma de ese “manual de convivencia” que había propuesto Bullrich algunos días atrás, –y que el gobernador jujeño Gerardo Morales llegó al punto de descalificarlo sosteniendo que no están en un jardín de infantes–, se hizo un nuevo esfuerzo por volver a la unidad y dejar atrás el duro enfrentamiento que se dio entre Elisa Carrió y Facundo Manes y que se apoderó de la previa de la batalla interna que protagonizará el frente en la provincia de Buenos Aires.

Pero, de igual manera todo aparece frágil y precario, hasta artificial en gran medida, y se deja entrever que cuando están en juego espacios de poder y de expectativas relevantes que van más allá de las elecciones de medio término, los egos y las vanidades en resurrección harán muy compleja la convivencia; aunque el propio Cornejo diga que la agitación interna que producirá el choque en Buenos Aires entre radicales y el Pro con sus aliados de la Coalición Cívica terminará fortaleciendo el músculo opositor y que luego de un tiempo prudente el que pierda se alineará con el ganador de la refriega para ir todos por la hegemonía kirchnerista en el principal distrito electoral del país.

La interna en la provincia de Buenos Aires, especialmente los actos previos a esa elección primaria que puede dejar heridos graves y resentimientos difíciles de sobrellevar, podría activar en el resto del país algún que otro tipo de episodio de envergadura entre radicales y macristas, pensando ya en el 2023, claro está.

Mendoza está llamada a convertirse en uno de esos laboratorios si entre los radicales de Cornejo y Suarez y el Pro de Omar De Marchi no logran sellar una paz duradera y extendida en el tiempo, que trascienda, incluso, el protagonismo de los tres referentes.

En el Pro han comenzado a imaginar varios escenarios que se podrían dar en la PASO que se avecina y en la que De Marchi evitó jugar, renunciando a un enfrentamiento que podría haber provocado un disgusto mayor al frente opositor, incluso con algunas consecuencias a nivel nacional. Lo hecho, hecho está, puede que piense el diputado nacional macrista que ayer se mostró con el pecho henchido junto a Bullrich.

Puede que De Marchi piense y se concentre en tal cosa como alivio o consuelo, para espantar una imagen indeseada y temida con la que no quiere toparse y que podría hacerse realidad en la PASO de Cambia Mendoza si el retador del poderoso oficialismo, ese grupo de republicanos, de políticos de centroderecha y de empresarios productivistas liderados por Rodolfo Vargas Arizu, logra perforar el piso de la minoría obteniendo el 25 por ciento de los votos para los cargos electivos provinciales. Si eso llegara a suceder, los lugares que el Pro logró arrancarle en una negociación muy tensa a los radicales podrían esfumárseles. Pero, como todo, se trata de suposiciones y de escenarios que hoy alimentan las especulaciones que se hacen en los variados mentideros que ya funcionan a lo largo de toda la provincia.

Junto a todo eso, también juegan su rol los movimientos y partidos que se encolumnaron detrás del Vamos Mendocinos. Desde ese espacio, hay quienes dentro del PD y el Mendoexit, no todos, construyen mirando más allá de las elecciones de medio término que se vienen encima. Claro que esas miradas y expectativas que alimentan están sujetas a un buen resultado en noviembre. Allí se sabe que sus ideas y propuestas se ajustan más al paladar del votante oficialista, por eso es que su irrupción ha generado un entusiasmo inusitado en la oposición peronista que alienta a este tercer sector esperanzado en que todo lo que le pueda sacar al equipo del gobierno jugará a su favor.

En Vamos Mendocinos descartan una victoria oficialista, pero harán lo imposible para lograr alcanzar una marca cercana al 15 por ciento. Menos de eso puede que los coloque frente a un espejo que les devuelva un mensaje de fracaso o de “fue bueno mientras duró”. ¿Y con qué especula este sector? No sólo con ocupar el lugar de una tercera fuerza sólida, del tipo que logró conseguir José Luis Ramón, aunque luego implosionara, precisamente por los egos y las vanidades que se apoderan en cierto momento de la política y de quien la representa. De alcanzar el podio, buscarán erigirse en el interlocutor válido y obligado del oficialismo supuestamente vencedor, y ocupar el lugar que hoy tiene el Pro con De Marchi y compañía.

Por eso, es estratégica la elección que se avecina, no sólo porque, como dicen en Juntos por el Cambio, su resultado determinará el tipo de Argentina que tendremos por mucho tiempo más si el kirchnerismo alcanza una victoria holgada que le permita acceder al control parlamentario absoluto en las dos cámaras del Parlamento nacional. También lo es en Mendoza por todas las sorpresas que potencialmente encierra y que podrían hacer su presentación el mismo día de conocido el resultado.

Un TEG político y electoral apasionante, con impactos en varias direcciones y reacciones inciertas.