Los radicales y el Pro se preparan para gobernar en el 2023. El revuelo alrededor de la división de los radicales que responden a Martín Lousteau, por un lado, y al cordobés Mario Negri, por el otro, en la Cámara de Diputados de la Nación, no es más que una expresión en la superficie de las ambiciones que los diferentes grupos en los que siempre estuvo dividida la UCR ya están expresando frente a lo que creen ver que se les viene encima: que no es más que una posibilidad cierta de volver al Gobierno.

Detrás de ambos dirigentes radicales, por Lousteau y Negri, sin que ambos estén al mando, hay dos grandes expresiones que indefectiblemente chocarán por lo que representan y lo que manifiestan: un radicalismo porteño que hace tiempo explora un acuerdo con el jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta para apoyar su deseo de alcanzar la Presidencia del país a cambio de recibir su apoyo en la sucesión en la propia CABA, y un radicalismo del interior, o con visión más federal, que ahora se ve con fuerza para impulsar a uno de sus filas, sin que se haya mencionado siquiera todavía quién pudiese ser, para que represente a la coalición opositora en las presidenciales del 2023.

Los hechos reflejan que los radicales en la Cámara de Diputados, que desde el 10 de diciembre recibirá a los nuevos integrantes, se dividirán en dos bloques: uno lo dirigirá posiblemente el cordobés Rodrigo de Loredo, quien tiene el apoyo de Lousteau. Se llaman a sí mismos lo nuevo, la renovación y tendrán como nombre Evolución Radical. Se enfrentarán al oficialismo partidario y a la línea tradicional del partido que tiene a Negri como el jefe del bloque.

De Loredo dice que, como le ganó a Negri la interna en Córdoba, el veterano dirigente tiene que dar un paso al costado. Pero no es tan sencillo para el nuevo legislador nacional, autor de aquella frase de alto impacto, “¡Háganse cargo!”, lanzada contra el kirchnerismo desde la banca de la Legislatura cordobesa algunos años atrás. El problema está en su principal apoyo, Lousteau, que la liga de dirigentes federales ve con recelo, porque entiende que usará todo lo que tiene detrás, el radicalismo porteño, a favor de Rodríguez Larreta para que llegue a la candidatura a presidente en el 2023. A cambio, sospechan, Lousteau recibirá la bendición de Rodríguez Larreta para que lo suceda en la jefatura de la CABA, su objetivo más inmediato.

Mientras tanto, el Pro, y al tomar nota del quiebre de los radicales en Diputados, aprovechó la presentación del libro de Esteban Bullrich, ayer mismo, para mostrar una foto de unidad que tiene el efecto o la intención más precisamente de volver a capitalizar lo que en su momento le trajo grandes dividendos: criticar con furia a la política en general, mostrarse como lo nuevo y más cercano a la sociedad y vender una oferta desde la “nueva y buena política”, todo en un contexto que le permitió inscribir a Mauricio Macri al frente de toda la oposición y alcanzar la Presidencia en el 2015. Una herramienta que, en perspectiva, hoy no pareciera que le dé y le garantice la fuerza necesaria para liderar la vuelta al poder dentro de dos años.

Alfredo Cornejo, como titular del radicalismo por poco tiempo más, convocó a un encuentro para limar las diferencias que surgieron en Diputados y evitar, con eso, que la onda expansiva afecte gravemente a la UCR y a Juntos por el Cambio. No lo logró y tampoco lo conseguiría por un buen tiempo hacia delante.

Detrás de todo, además, está la presidencia de la UCR que deja Cornejo. El mendocino, a su vez, cumple un rol trascendente en medio de todo este enfrentamiento que tanto han cuestionado y criticado desde Juntos por el Cambio porque, sostienen con expresión de espanto, producirá una reacción adversa hacia el mismo frente al que le acaba de dar su voto de confianza en las elecciones de setiembre y noviembre.

Cornejo, aunque no le agrade del todo, ha quedado apoyando al movimiento de los radicales federales con los que se estuvo enfrentando por varios asuntos en los últimos tiempos y del lado de Lousteau, por consiguiente.

Con Lousteau, por ejemplo, encabezó un movimiento interno para que su sector se quedara con la presidencia del radicalismo en Buenos Aires, la que consiguió finalmente Maximiliano Abad, al que otro mendocino, Ernesto Sanz, apoyó e impulsó.

Morales ya ha conseguido el apoyo de los congresales para que lo nombren presidente del partido, y Cornejo se podría estar asegurando, por ahora, la presidencia del interbloque opositor del Senado, un espacio al que aspiraba para sobrevivir y permanecer un tiempo más en la escena nacional. Y el formoseño Luis Naidenoff seguiría siendo el jefe del bloque UCR. Carolina Losada, la flamante nueva senadora nacional que llegó por Santa Fe, se convertiría en la vicepresidenta del Senado, el máximo espacio de poder institucional de la cámara que hoy tiene la oposición y que se encuentra en manos de Lousteau.

Los legisladores radicales mendocinos, en Diputados, serán parte del bloque tradicional de la UCR, en el que comulga Cornejo: esto es que Lisandro Nieri, Julio Cobos, Pamela Verasay y Jimena Latorre estarán detrás de la jefatura de Negri, a la que De Loredo enfrenta con el empuje de Lousteau.