“Cuando yo era presidente, trabajé día y noche para llevar la paz a Israel”, dijo el ex mandatario estadounidense Jimmy Carter. Su comentario no deja lugar a dudas de que, a su entender, George W. Bush no hace lo mismo y, por ello, suya es la responsabilidad del polvorín político que es actualmente Oriente Medio. Este demócrata oriundo de Georgia critica, a los 82 años, no sólo al republicano que, como hombre de la Casa Blanca, empezó “una guerra innecesaria basada en mentiras”, sino que atemoriza a sus compatriotas con proféticas hipótesis sobre Israel.

        En su libro más reciente, Carter acusa a Israel de practicar el apartheid, el sistema racista que imperó en Sudáfrica y consideraba a los negros personas de segunda clase. El ex presidente, quien durante su mandato (1977-1981) contribuyó en gran medida a los acuerdos de paz entre Israel y Egipto y fue galardonado en el 2002 con el premio Nobel de la paz por sus intervenciones humanitarias en todo el mundo, culpa al Estado judío de violar los derechos humanos y sabotear una posible paz. Carter señala que con el término apartheid sólo se refiere a lo que está ocurriendo en los territorios ocupados por Israel en Cisjordania, donde los palestinos sufren la colonización y la arbitrariedad militar.

         Según afirma, algunas medidas impuestas por los israelíes son “incluso peores” que las antiguas restricciones en Sudáfrica: los palestinos “no pueden utilizar o ni siquiera pisar algunas calles de los cerca de 200 asentamientos israelíes”. El ex mandatario sólo trata de paso el extremismo palestino, las organizaciones que, como Hamas, provocan indignación y se niegan a reconocer a Israel, sean cuales sean las fronteras.

         Debido a la clara postura de Carter en favor de la causa palestina, el libro ha sido muy criticado por las organizaciones judías, pero también por políticos y científicos. Un estrecho colaborador de Carter, el historiador Kenneth Stein, renunció como protesta a su trabajo en el Centro Carter de Atlanta. Según Stein, la obra del ex presidente está llena de errores y peligrosas generalizaciones. El conocido jurista y publicista Alan Dershowitz, catedrático en la Universidad de Harvard, calificó el libro de “no histórico”.

         Para el Centro Simon Wiesenthal de Los Ángeles, “Israel no practica ninguna política de apartheid y eso también lo sabe Carter”. El ex presidente opina que en Estados Unidos no se discute abiertamente sobre Israel y, sobre todo, no se lo critica debido a la “poderosa influencia” de los grupos de presión de ese país. Algo parecido afirmaron ya dos famosos científicos estadounidenses en un estudio sobre los grupos de presión israelíes en Estados Unidos, el que desató un gran revuelo.“Nadie critica a Israel. Ni siquiera se acepta que alguien pueda tener una opinión equilibrada sobre el conflicto en Oriente Medio o que apoye el derecho de los palestinos a disponer de su país y exija la retirada de Israel de los territorios ocupados”, señaló Carter, citado por un periódico.

         Este autor de casi 30 libros, quien afirma levantarse siempre a las cinco, culpa a Bush de no pensar en absoluto en los palestinos, al contrario de lo que hicieran Ronald Reagan, George Bush y Bill Clinton. “En los últimos años no ha habido un solo día en que se hayan producido conversaciones de paz entre israelíes y palestinos. Y, por supuesto, el mundo espera que Estados Unidos las inicie”, aseguró Carter, quien agregó que, junto con la guerra de Irak, ese es el motivo por el que el mundo árabe se ha puesto en su contra. Carter, quien sigue regentando su granja de cacahuetes, está más activo que nunca e intenta mostrar al mundo una imagen del país distinta a la de Bush, como representante de “otro Estados Unidos”.

         Sin embargo, podría trazarse un paralelismo con Bush que a Carter no le agradaría demasiado: cuando en 1981 el demócrata tuvo que abandonar la Casa Blanca tras una clara derrota electoral en favor de Reagan, su popularidad entre sus compatriotas era comparable a la que tiene hoy en día el actual presidente. Carter estaba considerado débil en términos políticos, pesimista y, finalmente, amargado. Entre tanto, el ex mandatario se ha convertido en hueso duro de roer, no sólo para Bush. Junto a las críticas, a ello han contribuido también sus espectaculares encuentros con opositores del texano.

      En el 2002 provocó al conservador Estados Unidos con una visita al presidente cubano, Fidel Castro. Y, en la convención del partido que se celebró en Boston en el 2004, invitó a Michael Moore, director de cine y detractor de Bush. Sin embargo, la carrera en solitario de Carter –como su reciente alegato contra Israel– también contribuye a que crezca el número de demócratas que prefieren alejarse del ex presidente.