Como en todos los gobiernos, en el de Rodolfo Suarez se sigue a pie juntillas el humor social de los mendocinos por la vía de las encuestas. Aunque en general se lo niegue o minimice, las gestiones, particularmente de quien está al frente, monitorean el impacto en la sociedad de
las medidas que se van tomando desde el Ejecutivo. Para ellos, se trata de información crucial que les suele indicar dónde están parados y cuán lejos o cerca se está desde la administración de los asuntos candentes que movilizan e inquietan al ciudadano común.

Cuando a Alfredo Cornejo, el antecesor de Suarez, se le hacía mención de los sondeos de opinión que regularmente ordenaba realizar, explicaba que, con la información que obtenía, no necesariamente corría a modificar las medidas que venía ordenando desde la gestión, para hacerlas cuadrar con la opinión de los encuestados. Más bien acotaba que buscaba la forma, de ahí en más, para que el concepto de gobierno que tenía en la cabeza y por el que trabajaba todos los días, llegase de manera más efectiva a la sociedad; un fin que recién sabría si lo había cumplido en
el próximo sondeo.

Como a todos, a Suarez le preocupa sobremanera lo que los mendocinos piensan de él al frente del Ejecutivo y lo que opinan, claro, de la gestión. Ha basado muchas de sus acciones, por no decir todas, y también las ha corregido, en función de la reacción que han provocado las mismas en la gente en general o en algún colectivo o comunidad determinada. Ejemplos de ese proceder sobran: echó para atrás los cambios a la ley minera cuando oyó y vio las manifestaciones ambientalistas en contra vociferar y marchar por las calles de Mendoza y abortó la reforma educativa cuando el sindicato docente se le plantó enfrente oponiéndose. “Soy un empleado de la gente, tengo que acatar”, ha dicho en muchas oportunidades sobre los cambios de actitud. Y, recientemente, apenas escuchó las reacciones adversas que provocaron los dichos del pastor Hugo Bonarrico explicando el porqué del subsidio que obtenía su fundación, basado en un previo pacto político, derogó de un plumazo el beneficio que, supuestamente, estaba dirigido a financiar acciones de contención y de asistencia en sectores vulnerables que la fundación del pastor, Acción Social del partido Masfe, se había comprometido a realizar.

Si hay un grupo de activos que dicen haberse ganado con el paso del tiempo en el gobierno de Cambia Mendoza, esos han sido el de la transparencia, la honestidad y la austeridad. En las encuestas, lo que piensan los mendocinos sobre esos conceptos de tanto valor es lo primero que en el Gobierno van a buscar cuando les llegan los resultados. Por eso, había mucha expectativa sobre el contenido del sondeo ordenado por Suarez a la consultora Reale Dalla Torre, de Martha Reale, la consultora de confianza del gobernador.

Si bien el trabajo de Dalla Torre no preguntó sobre el caso Bonarrico –la encuesta se hizo entre el 26 de mayo y el 2 de este mes en el Gran Mendoza, San Martín y San Rafael abarcando 1.197 casos–, se tiene que poner la lupa y especial atención sobre una de las preocupaciones de los mendocinos que viene en alza desde algunos meses a esta parte. Se trata de la corrupción. Si bien el trabajo no contiene ninguna pregunta específica sobre el escándalo suscitado, la corrupción como “preocupación” se incrementó en 4,2 puntos respecto de la última medición: recibió 27 menciones en 100 por sobre las 23 que había tenido en abril. Pero en enero había tenido 21; en octubre del año pasado, 12, y en setiembre, 11, un mes que marcó el fin de una tendencia en alza sobre ese aspecto, el de la visión sobre el grado de corrupción en el gobierno de Suarez porque en agosto había obtenido 18 menciones sobre 100.

Para esta encuesta, en donde no figura el caso Bonarrico como ítem a consultar o a descubrir el pensamiento de los mendocinos sobre el tema, la imagen del gobernador es más que aceptable: con 50,7 por ciento de imagen positiva contra 48,2 por ciento de negativa. Y en cuanto a la credibilidad, los números son más altos y promisorios, dejando tranquilo en ese sentido al gobernador: ese nivel está en 58,1 por ciento.

Así como el gobierno de Suarez tiene su encuesta y su consultora preferida, Reale Dalla Torre (el de Cornejo tenía a Elbio Rodríguez), un sector del peronismo mendocino ha difundido otro sondeo, con resultados exactamente inversos a los que muestra Reale. Es el caso de la encuesta que ha realizado Santiago Alé a fines de mayo –el caso Bonarrico explotó el 26 de mayo–, con 1.056 casos relevados en el Gran Mendoza.

Según Alé, y de acuerdo con lo que refleja su encuesta, el responsable y el más perjudicado por el acuerdo con Bonarrico ha sido el Gobierno, con 57,95 por ciento de las opiniones en ese sentido; el pastor Bonarrico y su partido Masfe, con 20,45 por ciento, y ambos, con 18,01 por ciento.

Por primera vez, dice Alé, la imagen positiva del gobernador es más baja que la negativa, atribuyéndole esta situación al escándalo con el pastor. Tras el caso, Alé consultó qué había que destacar en torno al mismo: 51,06 por ciento opinó negativamente mientras que 48,39 por ciento lo hizo de manera positiva “pese a todo”, según la encuesta.