El domingo a la madrugada, cuando Augusto Pinochet se internó de urgencia en el Hospital Militar de Santiago con diagnóstico de entrada de infarto al miocardio, edema pulmonar y una insuficiencia cardíaca, la noticia se regó por todo el mundo, ya que se esperaba su segura muerte. Lo anterior se suponía porque tiene 91 años, un marcapasos, diabetes, microderrames cerebrales y otros males propios de su edad, por lo que muchos de los corresponsales que cubrían las elecciones en Venezuela abordaron rápidamente aviones hacia Chile para asistir a la muerte y los funerales del ex dictador.

          El mismo domingo, los médicos le practicaron una angioplastia (intervención no quirúrgica ni invasiva) para desobstruir las arterias, en condiciones que muchos medios extranjeros indicaban como la de dos operaciones de bypass a corazón abierto. El tratamiento fue tan exitoso que dos días después los facultativos dijeron que el paciente había superado la etapa crítica. Se señaló que estaba bien, consciente, que conversaba, respiraba por sí mismo y se alimentaba. Además, pudo levantarse de su cama y quedó, incluso, en condiciones de hacer un poco de ejercicio.

          Se indicó que debido a su edad y las condiciones clínicas previas que traía continuaría en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), al menos hasta hoy. Abogados acusadores manifestaron sus dudas por la rápida recuperación (que la familia Pinochet consideró como un milagro) y la internación. Lo llamativo es que se hospitalizó un día antes de que la Corte de Apelación de Santiago se pronunciara sobre un pedido de la defensa del militar en retiro, quien está bajo arresto domiciliario y procesado por dos homicidios en el caso conocido como Caravana de la Muerte.

         Finalmente, la solicitud de libertad bajo fianza fue aceptada. Al respecto, la dirigente de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD), Viviana Díaz, comentó a la agencia DPA que a estas alturas ya nada les sorprende, pues Pinochet se enferma e interna en el Hospital Militar cada vez que se acerca un fallo judicial. “No queremos ser desconfiados, pero es demasiada coincidencia.Además, no deseamos su muerte. Queremos que viva muchos años, para que pueda responder ante la Justicia por las violaciones a los derechos humanos.

      Él fue un dictador y estuvo muchos años en el poder”, indicó Díaz. Ya este lunes, el abogado querellante Hugo Gutiérrez hizo públicas sus dudas.Afirmó que consultó a cardiólogos y le dijeron que una persona de 91 años y con todos los problemas con los que entró Pinochet ya estaría muerta. En cambio, destacó que el militar retirado está lúcido, consciente y conversando con sus familiares, por lo que concluyó que esto es otra de las “grandes mentiras” de la defensa que, junto con Pinochet, pretenden “evitar la persecución penal”. El mismo domingo, el abogado acusador Hiram Villagra dijo sentir sospechas y puso en duda la objetividad del recinto asistencial.

        El vocero de la familia Pinochet, el general en retiro Guillermo Garín, dijo a DPA que no sabe todavía si su ex superior pudo hacer su serie de ejercicios, pero agregó que todo se haría con mucho tino ya que aún está en la UCI, la que abandonará recién hoy. Resaltó que esto no es porque Pinochet esté lleno de salud, sino porque es parte de un tratamiento médico, para evitar que se atrofien los músculos y órganos por el excesivo tiempo en cama. Consultado por las suspicacias que está despertando el tema, especialmente ayer, afirmó que sí ha escuchado las opiniones de “algunos señores”.

        “Me parecen mentiras y absurdos tan grandes que no merecen una opinión”, declaró. “(Esos comentarios) merecen un calificativo muy duro, que prefiero guardar. Sólo puedo decir que es una estupidez y un absurdo”, sentenció. Sea como sea, el debate recién comienza a instalarse y se acrecentará en los próximos días.