Estados Unidos busca la cooperación de China. La potencia emergente es un importante compañero de juego en los problemas globales. Las expectativas de que China desempeñe un mayor papel a la hora de campear la crisis económica y el cambio climático, en las disputas nucleares con Irán y Corea del Norte e incluso en Afganistán y Pakistán o en la lucha contra la propagación de armas de destrucción masiva y en los esfuerzos de desarme son altas. “Sin embargo, la cuestión central es si está China dispuesta o está en situación de desempeñar un mayor papel internacional”, se pregunta David Shambaugh, experto en China del Instituto Brookings, Washington. Durante las conversaciones con el jefe de Estado y de partido chino Hu Jintao en la cumbre Asia-Pacífico (APEC) este fin de semana en Singapur y su posterior visita a Beijing, el presidente estadounidense, Barack Obama, buscará una mayor cooperación de China en aquellos asuntos que mayores quebraderos de cabeza le provocan. Ni China ni Estados Unidos pueden tener éxito sin cooperar, asegura Obama. Ese es el motor de la “colaboración estratégica”, y por ello su visita a China es tan importante. No obstante, el experto en China Shambaugh advirtió contra expectativas demasiado altas que podrían verse defraudadas. “China es un actor global, pero no una potencia mundial”, dijo. Al igual que Estados Unidos, al que la decadencia económica y el trauma de las dos guerras en Afganistán e Irak han asestado un duro golpe, China está inmersa en su propia crisis de identidad. La pregunta de si China deberá actuar en un futuro como “una gran potencia responsable” y de qué obtendría a cambio ha desencadenado un intenso debate en Beijing. Hasta ahora predominaba la postura de que China debería seguir manteniendo la línea del que fue artífice de importantes reformas, Deng Xiaoping: “Ocultar sus capacidades y esperar el momento adecuado para lograr algo”. Aunque esta máxima sólo basta para un compromiso puntual con el mundo. La relación de China con Estados Unidos, es de todos modos, ambivalente. Por un lado, Deng Xiaoping ya había contemplado a Estados Unidos como “llave de todas las llaves”, y por otro, impera una profunda desconfianza sobre sus intenciones. Ambos países están condenados a la cooperación, ya que actualmente la mutua dependencia es enorme.