Con la tangible posibilidad de sumar una estrella más en las próximas horas, en Boca pasó desapercibida una realidad que, si bien es una que marca la historia, cuando no sucede -como en este 2017-, su ausencia se nota: el triunfo por 4-0 ante Aldosivi le aseguró al Xeneize un lugar en la Copa Libertadores del próximo año.

La clasificación al certamen continental fue la primera meta trazada en esta temporada por el cuerpo técnico, que busca tener una rápida revancha tras la eliminación en 2016 a manos de Independiente del Valle en semifinales. Pero para eso, deberá evitar cometer los errores de la última vez, ocasión que se presenta similar a ésta, pero con algunas leves diferencias.

El año pasado, el conjunto que aún conducía Rodolfo Arruabarrena llegaba como el gran campeón argentino. Había levantado el título local y, además, se había quedado con la Copa Argentina. Con Tevez en el plantel y la vuelta de Daniel Osvaldo, más algunos otros refuerzos que llegaron durante ese verano, se perfilaba como uno de los grandes candidatos. Sin embargo, una floja pretemporada, una goleada ante San Lorenzo en la Supercopa Argentina y un muy mal arranque en el torneo descabezaron al equipo. El Vasco renunció y llegó el Mellizo, quien debió reordenar las piezas.

Al 2018 se puede llegar de una manera parecida, siendo primero, claro, el ganador del certamen local. Una vez conseguido ello, Guillermo tendrá dos mercados de pases y seis meses en los que Boca solo tendrá que darle importancia a la Copa Argentina, ya que el torneo -aunque todavía no se sepa con seguridad si será largo o no- no se definirá en diciembre. Aceitar el funcionamiento con las piezas nuevas -¿recambio?- que lleguen durante esta ventana de transferencias será el gran objetivo para lo que resta del año.