La nueva modalidad se realiza en granjas a lo largo de Estados Unidos con cabras enanas nigerianas –pequeños chivos de África occidental–, que se pasean entre los practicantes de yoga mientras ejecutan su rutina.

“Al principio me daba un poco de miedo porque no sabía si las cabras iban a saltar a mi espalda”, confiesa a AFP Ebrahimi después de asistir a una de estas clases en las afueras de Los Ángeles.

“Pero después de que uno está allí y siente el calor del animal, y uno sobre el pasto, y el sol, y los árboles, y el cielo azul, se siente mucho relax y mucha paz”, cuenta esta mujer de 53 años.

Unas 20 personas y 15 cabras -11 crías y cuatro madres- participan de esta clase organizada al aire libre. 

“Son adorables y muy amigables”, dice Lana después de la clase. “Es verdad que se comen el cabello y dejan ‘regalitos’ en la colchoneta, pero todo es muy divertido”. 

“La terapia que recibes aquí no tiene precio”, añade.

Danette McReynolds, cuya familia es dueña de las cabras, explica que decidió aceptar la propuesta de hacer allí las clases para recaudar dinero para su hija de 16 años y una amiga, que tienen planeado llevar a los animales a un show en Wisconsin este verano boreal.

Lana asegura que interactuar con estos animales es una experiencia similar a jugar con una mascota, lo que está demostrado en estudios clínicos que alivia el estrés y hace a la gente sentirse mejor.

“La felicidad que aportan las cabras es genial”, dijo. “Todos los animales son terapéuticos, pero las cabras tienen algo simplemente increíble”.

Muchos de sus estudiantes relatan que las cabras se meten en el medio de un estiramiento o de una figura, pero aclaran que es una distracción bienvenida que saca risas a todos y ganas de volver por más.