Es sabido que la llegada de las bajas temperaturas también alientan el consumo de calorías en exceso y se hace más difícil hacer actividad física. ¿Qué se puede hacer frente a los ‘antojos’ de alimentos altos en calorías? ¿Se puede comer de todo? Veamos algunos consejos dado por profesionales para frenar a tiempo y optar por una dieta saludable sin pasar hambre.

“En los meses más fríos del año, no hay que comer más, ¡hay que comer distinto!”, asegura la licenciada en nutrición Agustina Venesia cuando se la consulta sobre ese ¿mito? que dice que hay que ingerir mayor cantidad de alimentos cuando hay bajas temperaturas.

Con el frío llega la “fiaca” para moverse y aumentan las ganas de consumir chocolates, tortas, salsas y todo aquello que “caliente el estómago”.

Pero ¿es una necesidad concreta, un pedido del cuerpo o un mal hábito que lo único que provoca es un aumento de peso innecesario? ¿Se engorda más en invierno? El médico nutricionista Sebastián Carbó lo explica: “No es que se engorde más cuando hace frío por una cuestión fisiológica, lo que sucede es que estamos más cubiertos de ropa y como la cuestión estética no es tan importante nos olvidamos de cuidarnos con la alimentación”.

Para el médico, las ganas de comer cosas con más calorías o determinados alimentos está dada mucho más por el incentivo de las publicidades, la exhibición de productos ricos en grasas y azúcares en los quioscos y en el supermercado que por una necesidad del cuerpo. “La mayoría de las veces comemos de más por proximidad o presencia, porque no hay una necesidad real de comer más cuando hace frío. El metabolismo es el mismo en invierno que en verano”, enfatiza.

No es la cantidad, sino la calidad y las preparaciones lo que hay que tener en cuenta para mantener un peso saludable. “Elegir comidas más calientes para mantener nuestra temperatura corporal en forma adecuada. Cuidado porque esto no quiere decir más cantidad ni más calorías porque no tenemos fríos polares que justifiquen un incremento de calorías”, dice Venesia.

“Está comprobado que la gente en invierno gana más peso: comen más, se mueven menos y hay un consumo excesivo de calorías, es un balance que no falla”, reflexiona la especialista.

Sucede que “no logramos gastar lo que ingerimos. Hacemos la gran oso polar”, ejemplifica. “La diferencia con el oso, que no tiene sus alimentos a mano, es que nosotros tenemos todo cerca: en la alacena, en la heladera, en el quiosco de al lado. ¡Movimiento cero! por eso bajarlo es tan difícil”.

¿Se puede seguir un plan alimentario en estos meses?

“A mis pacientes les hablo de educación alimentaria, de cambiar hábitos porque si nuestros hábitos son saludables no importa si es invierno, verano, primavera u otoño: si las elecciones van a ser buenas vas a poder comer de todo pero lo justo, la porción indicada, y cuando se termina no hay más”, destaca.

 Si el chocolate es tu perdición, recordá elegir el amargo, ya que posee 70 % cacao. Eso sí, ¡con moderación!

Sebastián Carbó, hace su aporte: “Para no sumar kilos hay que considerar dos cuestiones: primero no prohibirse nada porque no hay estímulo mayor para la tentación que el «no se puede»; si hay algún alimento estacional de alta densidad calórica que nos gusta sugiero comerlo en la ocasión y cantidad necesaria (por ejemplo, los viernes a la noche comprar un chocolate y comerlo de postre o si tenemos alguna reunión o fiesta en la que hay tortas, comerlas con moderación) pero no en casa o en las comidas de manera rutinaria”.

Otra sugerencia es armarse un “entorno amigable”: en los ámbitos que pasamos la mayor parte del tiempo como es el trabajo y la casa, trabajo —dice el médico nutricionista— no tener ningún alimento tentador; hay ciertos alimentos que son de difícil convivencia, por ejemplo: los chocolates, el dulce de leche, los quesos ricos, salame, golosinas, alfajores. “Si están a mano los comemos y engordamos o sufrimos por no poder ingerirlos. ¡Ojo! No digo no comerlos nunca pero no en la rutina, sólo con moderación y con todo el placer pero no en casa”.

En las épocas del año de menor temperatura, señala el profesional, hay un aliado invaluable: la sopa.

Otoño e invierno sin duda, son los meses ideales para disfrutar de una exquisita sopa.

“De vegetales, casera o de paquete, bien caliente y antes de cada comida ayuda a saciar y llenar con muy pocas calorías; las infusiones entre comidas también, incluso al café con leche, o añadirle a la leche descremada una cucharada chica de cacao instantáneo que suma muy pocas calorías y da mucho placer”.

Si sos de las fanáticas del café con leche, ¡recordá de emplear leche descremada!

Si mantener el peso tiene sus vueltas, ni hablar de lo complicado que puede llegar a ser iniciar una dieta con tanta tentación al alcance de la mano. Una cuestión que es más psicológica que médica, quizá. “Tiene que ver con quererse uno mismo; si me quiero voy a querer sentirme bien y para eso tengo que verme bien, estar bien con mi cuerpo. Siempre es hoy, no hay que esperar a mañana. Después sucede que llegan septiembre, octubre, ¡y nada es mágico! ¡Todo va a costar mucho más! Hay que pensarlo de otro modo: en invierno tenemos más energías que en verano, por lo tanto cuidarse y moverse debería ser más fácil”.

En otoño e invierno, dice la nutricionista, se pueden llegar a engordar 10 kilos con relativa facilidad, y esto vale para cualquier persona. “Es muchísimo. Se engorda fácil y bajarlo requiere esfuerzo. El cuerpo de este modo se marea, se debilita, y aparecen los rebotes”, agrega.

Venesia deja algunos consejos saludables y simples. “Mis tips son: hacer las cuatro comidas principales: desayuno, almuerzo, merienda, cena; una o dos colaciones si realmente son necesarias. Cocinar hervido, al vapor, al horno, en la plancha o en la parrilla; recurrir a papillote, a las sopas y caldos. No olvidarse de las legumbres, lentejas, arvejas, porotos y garbanzos”.

El consumo de legumbres en los meses más fríos del año aportará energía y calorías a tu organismo.

Otro buen recurso son las infusiones: “Los tés calientes y saborizados son aliados, ya que nos calman esas ganas de comer cosas dulces. El chocolate amargo es otra opción, siempre con moderación hay que elegir el de  70 % cacao. Y si no, si no podemos evitar comprar un dulce, que sea chiquito con máximo de 120 calorías. Lo comemos, tiramos el papel, calmamos nuestro deseo y nos olvidamos. Si compramos el chocolate grande nunca vamos a comer sólo 2 o 3 cuadraditos porque sabemos que el resto nos está esperando”.

“Nuestra naturaleza es sabia, nos brinda las frutas y verduras de estación que nuestro cuerpo necesita, así que hay que aprovecharlas”, aconseja Venesia. Si los hábitos alimentarios son saludables es posible darse un buen gusto una vez a la semana: “Una factura, un pedacito de torta o eso muy rico y calórico”.

¿El secreto? Cuidarnos y movernos para pasar mejor el frío.