La monja japonesa Kumiko Kosaka declarará nuevamente este martes, en el marco de la investigación por los abusos sexuales cometidos en el Instituto Antonio Próvolo para niños con hipoacusia de Mendoza.

Esposada y sin sus hábitos, vestida con una campera gris, pantalón de jogging negro y zapatillas rosadas. Así llegó a Tribunales la religiosa, una de las seis personas detenidas en la causa.

La monja japonesa Kosaka Kumiko se entregó la semana pasada en Buenos Aires. El jueves declaró durante nueve horas ante el fiscal subrogante Flavio D’Amore, ante quien negó todas las acusaciones en su contra y enumeró “las labores que hacía en el Instituto donde velaba por los niños”.

De todas maneras luego quedó alojada en el penal Agua de las Avispas luego de que la Justicia rechazara el pedido de prisión domiciliaria que efectuó su defensa. 

Está imputada del delito de abuso sexual gravemente ultrajante cometido contra un menor, e incluye la “omisión del delito de abuso sexual con acceso carnal” agravado por ser “guarda” de la víctima y aprovechando la situación de “convivencia preexistente”. 

La religiosa, que en los próximos días Kumiko será sometida a una serie de estudios psicológicos, retomará este martes su declaración indagatoria ante la fiscalía. Trascendió que esta vez responderá las preguntas de los abogados que defienden a las víctimas de los abusos, que ya suman 27.

En este sentido, se espera posibles nuevas imputaciones dado que “hay más personas involucradas”, adelantaron hoy desde la querella. “Se trata de gente que estaba ligada al Próvolo desde el 2008 y que no investigó los abusos en su momento, o no hizo nada para prevenirlos con total dolo o conocimiento de lo que allí sucedía”, dijo la semana pasada el abogado querellante Sergio Salinas.

Junto a Kumiko (42) están imputados y detenidos los sacerdotes Horacio Corbacho, de 55 años; y el italiano Nicolás Corradi (82), quien tenía acusaciones similares en Verona, Italia, en los años 80 y fue trasladado a Mendoza; el monaguillo Jorge Bordón (55); el ex empleado del instituto, José Luis Ojeda (41), quien también es sordo, y el jardinero Armando Gómez (46), todos ya negados a declarar.

La religiosa japonesa trabajó desde 2004 a 2012 trabajó en el Próvolo, el instituto de Carrodilla donde se cometieron aberrantes abusos a menores hipoacúsicos.