Andrés Di Césare no declaró. La fiscal que investiga la desaparición y el asesinato de Julieta González le informó ayer por mañana la calificación de homicidio agravado por femicidio y ordenó su traslado a la cárcel de Boulogne Sur Mer. El joven de 23 años, hijo un empresario de transporte maipucino, tenía ganas de hablar en el expediente que instruye Claudia Ríos, pero su representante legal le aconsejó que no lo hiciera. Estaba en shock y podía complicar aún más su situación.  

Las pruebas contra él son contundentes y decidió callar en el expediente. Pero no lo hizo en off ante algunos policías, horas antes de la acusación, cuando lo trasladaban. Les contó que Julieta lo extorsionaba desde hacía días con un embarazo, hipótesis que fue publicada tras la captura por El Sol.

La joven Julieta tenía 21 años.

Lo cierto es que el paso de imputación sirvió para que se abriera otra etapa en la causa, la que intentará confirmar el asesinato mediante pruebas físicas de cotejos genéticos y si tuvo la participación de otro sujeto. Los sabuesos no descartan que algún conocido del detenido lo haya ayudado a deshacerse del cadáver y por eso profundizan la búsqueda de pruebas.

La captura, el martes al mediodía, se produjo gracias al análisis de las llamadas entrantes y salientes de los teléfonos celulares de ambos y del perfil de sus cuentas de Facebook. En esta red social, habían sido amigos hasta un día después de la desaparición, cuando el muchacho la eliminó de su lista. Los pesquisas consiguieron las conversaciones del chat y notaron que eran constantes con Di Césare. 

El joven hijo del empresario estaba de novio formalmente con un chica y también frecuentaba a Julieta. Las últimas comunicaciones que recibió el teléfono de Julieta de parte del sospechoso fueron el día que desapareció, el 21 de setiembre por la tarde.

La reconstrucción que hacen los detectives del hecho de sangre sostiene que se juntaron, discutieron y luego Di Césare terminó con su vida a los golpes. 

Antes de matarla, pudo haberla tenido retenida en el algún lugar, debido a que fue hallada muerta seis días después de su desaparición y el informe de la necropsia reveló que llevaba 48 horas sin vida.
Por esto, después de la detención, se ordenaron una serie de allanamientos, y el auto que manejaba el imputado quedó secuestrado, al igual que su teléfono celular.

El Ford Fiesta fue puesto a disposición de la fiscal con un claro objetivo: encontrar rastros de sangre o cabellos de la víctima. La hipótesis agrega que la joven pudo haber estado cautiva en el baúl del vehículo o trasladada hasta la zona donde yacía el cuerpo, a la vera de la vieja ruta 7, camino a la cárcel de Cacheuta.

Esto se sumará al cotejo de ADN que se solicitó, porque Julieta, debajo de las uñas, tenía rastros de piel. Para los detectives, se defendió de un ataque en el interior de ese auto. 

Un testigo contó en la causa que Julieta decía que estaba embarazada del hijo de un empresario. La joven también se lo dijo, como se descubrió en las conversaciones de Facebook, que estaba esperando un hijo de él. En la necropsia se confirmó que no estaba en encinta. Este habría sido el móvil del crimen. 
Julieta desapareció el Día de la Primavera. Al otro día, hallaron su campera y el DNI cerca de la Destilería.

Andrés Di Césare. 

Su madre acusó en la red social Facebook a un hombre de Godoy Cruz. Sin embargo, no estaba relacionado con el caso. Pasaron los días y un maquinista dio con el cadáver, cerca de donde estaban el documento y la prenda de vestir.