Hay mujeres que lucen más bellas con el paso de los años, quienes parecen haber pactado con el diablo el elixir de la eterna juventud y belleza. Demi Moore, Sarah Jessica Parker, Jennifer López o Paulina Rubio no siempre han despertado la envidia de sus amigas y sí muchas veces las burlas de sus compañeros de pupitre. ¿Su secreto? Ejercicio, cirugía estética, estilistas, dietas y asesores de imagen. Las féminas ya no se estropean como antes, al menos algunas de ellas. Casi irreconocible encontramos a Demi Moore en sus comienzos.

           En su primer filme, Lío en Río, rodado en 1984, vemos a una Demi no tan guapa, no tan glamorosa ni con tal cuerpazo, sino todo lo contrario. En Ghost (1990) hubo una ligera mejoría pero nada reseñable. Fue paradójicamente durante su matrimonio con Bruce Willis cuando la actriz mutó de patito feo a cisne. Streaptease (1996) la reveló como uno de los íconos de belleza, aunque todavía no había descubierto la maternidad. Su cuerpo, contra todo pronóstico, no ha hecho sino mejorar.

             Prueba de ello es su compañero sentimental y marido, Ashton Kutcher, quien, pudiendo elegir a cualquier mujer de su edad, se quedó con Demi, 16 años mayor que él. Igual le ocurre a Sarah Jessica Parker, actriz de Sex and the city, fashion, sofisticada y reclamada por los diseñadores de moda. Una mujer armada de los pies a la cabeza, sin embargo, sus medidas no siempre han despertado el deseo. El cambio se puede verificar incluso mirando los primeros capítulos de la serie que la encumbró como musa.

         Sus glúteos y muslos, para conseguir el actual aspecto, han debido someterse a intensas sesiones de spinning. Sospechosa también es la considerable reducción de su apéndice nasal, aunque de manera disimulada, para no llamar la atención. Todas esas mejorías, sumadas a la asesoría de su estilista Patricia Field, han hecho el resto. Sarah Jessica, relegada en su juventud a papeles secundarios de amiga fea pero simpática e interesante, es hoy protagonista de filmes románticos, con mucho atractivo para el espectador.

            Jennifer López es también una mujer que sabe someter al tiempo. En sus primeros papeles aparecía como una latina desprovista de cualquier elegancia, casi siempre perteneciente al servicio de alguna más bella. Tan sólo esgrimía a su favor un cuerpo sensual, al que, para el gusto de muchos, le sobraban unos kilitos. Hoy, la puertorriqueña produce sus propias películas, tiene su marca de ropa y el trasero asegurado más caro del mundo. Todo gracias a su aspecto.

           El pelo, tras intensas sesiones de nutrición y teñido, le provee una melena de infarto. Su contorno ha disminuido sobremanera y el cutis se ha aclarado, como si de un milagro se tratara. Aunque confiesa cuidarse, su cambio ha sido radical. Otra latina que le debe mucho al tiempo es la cantante mexicana Paulina Rubio. Desde su infancia, en el exitoso grupo de niños y adolescentes Timbiriche, hasta ahora, la chica dorada no parece la misma.

            En la década de los ochenta nos mostraba un cabello rubio platino de lo más superficial, que parecía recién electrocutado, al igual que ostentaba redondeces. Ahora ha pasado a ser de una chica entradita en carnes a una mujer exageradamente delgada. Impensable a sus veinte años ponerse las minifaldas que luce a los treinta y muchos. Sus labios son más gruesos y sus peinados más sencillos.

        Julia Roberts, Penélope Cruz, Jennifer Aniston o Cher son otras a las que los años y en algunos casos el bisturí han favorecido sobremanera. Con la edad, los ingresos y la madurez ahora también llega la belleza, por lo que, veinteañeras del mundo, no está todo perdido