A pesar de no ahorrar en sistemas de vigilancia, rejas, cierres centralizados y otros métodos para prevenir los robos, nada es suficiente para que los comerciantes de la calle Espejo, en pleno corazón del centro mendocino, puedan dormir tranquilos mientras sus negocios permanecen cerrados. La queja en la que todos los comerciantes consultados coinciden es que, tanto durante las horas de la siesta como después de las veintiuna y en el transcurso del fin de semana, esta calle se convierte en “tierra de nadie”: no existe ningún tipo de vigilancia y la policía no acude cuando suenan las alarmas ni ante las denuncias de los vecinos por ruidos y movimientos extraños.

ZONA LIBERADA. Por estas causas, una sospecha se ha extendido entre los comerciantes: la calles parecen ser “zonas liberadas” para que se cometan delitos. “A nosotras nos robaron dos veces en marzo. En ambas oportunidades hicieron saltar los candados, dejaron las rejas tiradas en el piso y rompieron el blíndex de la puerta. Además, comenzó a sonar la alarma sin parar. Para todo ese proceso se necesita un largo tiempo.

    Sin embargo, la policía no llegó hasta que los ladrones se habían llevado la mitad de la mercadería”, contó Vanina, de la tienda de ropa Indígena. En esa oportunidad, tanto los vecinos como los dueños de los locales se juntaron y realizaron una nota dirigida al Ministerio de Seguridad, por la cual consiguieron una guardia policial en horario de comercio que duró apenas quince días. Luego no volvieron a ver policías en la zona.

MEDIDAS EXTREMAS. Desilusionados por la escasa atención que les brindaron los funcionarios, los comerciantes comenzaron a tomar sus propias medidas. Una de ellas es la de atender con las puertas cerradas con llave, como ocurre en las tiendas de ropa 47 Street y Dunel. Otra modalidad muy utilizada es la de desarmar las vidrieras cada noche. Es una forma de proteger la mercadería que utilizan en negocios como la óptica Uricolor, en la que su propietaria ha optado por una vidriera móvil, que corre cada vez que cierra las puertas de su local.

    También es utilizada en la tienda de pulóveres Woll, donde cometieron un asalto viernes. Susana, la encargada de este negocio, contó a El Sol que sufrió uno de los robos más comunes de los que se practican en la zona: romper las vidrieras con una piedra y sustraer las prendas que se encuentran en exposición. Este método también fue utilizado por los ladrones en la óptica. Sin embargo, en el caso de 47 Street, los delincuentes debieron usar el ingenio para burlar la gruesa cortina de metal de seguridad. “Lo que hicieron fue introducir un alambre y llevarse lo que pudieron por debajo de la puerta”, contó Nilda, la encargada.

RECLAMOS AL INTENDENTE. Los reclamos de los propietarios de locales de la calle Espejo se harán oír ante el intendente de Capital, Eduardo Cicchitti. La iniciativa surgió desde la tienda Woll, pero ha sumado adhesiones en cada comercio. Los dueños no apuestan a presentar notas, sino a concurrir directamente al municipio, ya que sostienen que, de otra manera, las quejas se pierden en medio de una maraña de trámites.