Aunque la cumbre haya dejado cierto sabor amargo para los gobierno de Argentina y Chile, para Mendoza y el Gobierno provincial la visita de los presidentes puede calificarse como un éxito. Es que Néstor Kirchner y Michelle Bachelet cumplieron ayer con el compromiso de anunciar la licitación del tren Trasandino, se refirieron a la obra como una señal clara de integración y hasta pusieron en valor que este proyecto se haya lanzado en Mendoza.

    Además, Bachelet destacó la necesidad de concluir el paso Pehuenche, en Malargüe, y habló de la posibilidad de triplicar el comercio entre Argentina y Chile el día en que las tres alternativas de paso internacional estén activadas. Ante estos hechos, el gobernador Julio Cobos no sobreactuó ninguna sonrisa. Mientras saludaba al “estilo K” a la gente que se ubicó frente a la bodega Trivento de Maipú, se limitó a decir que puso su “granito de arena” para mejorar la integración con Chile. Quedó así como el mandatario componedor que logró, al menos por un momento, reunir a dos presidentes distanciados y el que logrará reactivar en unos años el histórico tren a Chile, el que fue sacado de circulación hace dos décadas.

60 MINUTOS.Kirchner y Bachelet llegaron al aeropuerto provincial, con retraso, ya pasadas las 12. Y, menos de media hora después, el helicóptero de la Presidencia depositó a los dos mandatarios en el predio de la bodega Trivento. Junto a ellos viajaron Cristina Fernández, Cobos, su mujer (Cristina Cerutti) y el jefe de gabinete de la Nación, Alberto Fernández.

    Unos 15 minutos más tarde arribaron en auto los ministros y funcionarios de ambos países. Por el lado argentino, concurrieron el ministro de Planificación Federal, Julio de Vido, y el canciller, Jorge Taiana. Cerca de una hora duró el encuentro a solas entre los presidentes en un salón VIP de la bodega.“Fue un récord, porque este tipo de reuniones no duran más de 30 o 40 minutos”, dijo una fuente de la Presidencia. Después, Kirchner y Bachelet pasaron a un salón más grande para participar de una reunión ampliada (ver aparte).

ACTO SÍ, ALMUERZO NO. Pasadas las 14, los dos presidentes entraron a la cava de la bodega para el acto principal. Allí los esperaban, hambrientos y desde las 11 de la mañana, los intendentes, legisladores y funcionarios provinciales. La bienvenida la dio Cobos, quien tuvo un acto fallido (dijo que la cordillera “separa” los países, cuando quiso decir que “une”), pero después se recompuso y le dio un rango histórico al anuncio del tren. Luego, con un gran cartel de fondo que decía Ferrocarril Trasandino Central y mostraba la cordillera, Kirchner y Bachelet firmaron la declaración conjunta que autoriza la obra.

    Y llegó la hora de los discursos. “A veces más rápido, a veces más lento, lo importante es seguir avanzando en la integración”, dijo Bachelet, dando la primera señal de que la cumbre privada no fue del todo satisfactoria. Pero, enseguida, enfocó en la importancia del Trasandino y destacó el valor de haber lanzado la obra en Mendoza, donde arrancó la misión libertadora el general San Martín. Más señales de cortocircuitos dio a su turno Kirchner. El presidente dijo que “a veces se disiente”, y propuso resolver con “el dolor de la crudeza” y “sin hipocresía” los problemas de la integración.

    Y dosificó con un deseo de unión: que el Trasandino esté en marcha en el 2010, año del bicentenario de la independencia argentina y chilena. Un protocolar apretón de manos entre Kirchner y Bachelet fue el epílogo del encuentro. Después, el argentino decidió ir al encuentro de la gente. El broche debía ser un almuerzo que habían preparado en una carpa aledaña a Trivento. Pero no.Aludiendo obligaciones de agenda, los presidentes decidieron retornar a sus orígenes de inmediato. Dejaron detrás una estela de rumores sobre enojos mutuos y un gran sobrante de chivo y otras delicias, platos que sólo disfrutaron Cobos y algunos funcionarios y empresarios.