Un alto jefe policial reconoció que el Parque es un descontrol durante las noches de calor, en las que “los chicos bien” –hijos del poder– hacen picadas y se embriagan. Para evitar mayores desmanes, los uniformados han decidido vallar el espacio verde más representativo de Mendoza y reducirlo a su mínima expresión. Hoy sólo se puede transitar durante las noches de jueves, viernes y sábados por la calle del Lago hasta el club Regatas, donde colapsa de autos en tránsito y coches ubicados a ambas lados de esta pequeña arteria, en la que cientos de jóvenes están consumiendo alcohol más allá de las reglamentaciones que lo impiden, sin que la policía haga algo al respecto.
VALLADO.
“Cuando empieza el calor, el Parque se convierte en una jauría de ‘chicos bien’, a los que se les suelta mal la chaveta y se ponen ebrios”, aseguró el comisario inspector Armando Párraga, subjefe de la Policía de Mendoza, quien además agregó que “en el Parque, no sólo encontrás esto sino también parejitas haciendo el amor y gente realizando rituales de magia negra o blanca”. El Sol realizó un recorrido nocturno por el Parque y al desnudo quedó toda esta caótica realidad, que ha superado por lejos el accionar policial.
En la incursión, se observó a autos listos para picar que no contaban con chapa patente, menores conduciendo, jóvenes bebiendo alcohol, quienes con total impunidad mostraban heladeritas colmadas de bebidas. Para más asombro, en el ingreso de la calle del Lago, en la esquina del museo Cornelio Moyano, dos novatos policías recién egresados del Instituto de Seguridad Pública protegían el vallado; en la rotonda del club Regatas, otros dos auxiliares y, en medio del colapsado tránsito, la camioneta de la policía del Parque, móvil 1201, girando en forma inoperante.
A pesar del embotellamiento, no se levantaba el vallado para liberar el tránsito y uno de los policías consultados confió: “Estamos tratando desde hace un rato largo de comunicarnos por handy para que nos cambien las órdenes, pero nadie nos atiende”. En ese caos, un grupo de adolescentes borrachos pasaba por encima de los autos en medio del embotellamiento y organizaba minipicadas de 20 metros.
La policía observaba sin hacer absolutamente nada. Detallado el escenario, Párraga explicó que son conscientes de esta situación y que los operativos buscan evitar las picadas que suelen organizarse en la Fuente de los Continentes, la bajada del Cerro de la Gloria y en la calle Las palmeras.“La mayoría de los autos que va a las picadas no tiene chapa patente y ya no los podemos detener, porque tanto la playa de San Agustín como la de la Municipalidad de Capital están colapsadas”, comentó el subjefe de la Policía, quien calculó en 60 la cantidad de autos que se venían secuestrando por fin de semana en el Parque.
MANOS ATADAS.
La policía, a pesar del caótico escenario que se genera a partir de la medianoche en el Lago, busca evitar reprimir y detener gente. “Si lo detenés, corres el riesgo de llevar preso al hijo de, al primo de, al pariente de”, comentó el policía en clara alusión a los hijos del poder, tanto político como judicial, quienes después les terminan ocasionando a los uniformados inconvenientes laborales. Este temor ha llevado a que los jóvenes hagan lo que quieran, mientras la policía observa con las manos atadas y sin reacción.“Y quizás no sea que tenemos temor a detenerlos, pero la prudencia del accionar ya se convirtió en inoperancia”, analizó el subjefe de la policía, quien afirmó que van a continuar con estos operativos y reclamó la necesidad de un cambio cultural.