La reunión se había convocado por varios temas, pero, en particular, por la preocupación oficial en torno a las finanzas, a la recaudación y a lo que hay en la caja de recursos de la Provincia y de los municipios. Se hablaron otros asuntos, claro, como el de Portezuelo del Viento, y todos cerraron filas detrás de la defensa de la obra que ahora peligra, una vez más, por intervención de La Pampa y la convocatoria que hizo el gobierno de Alberto Fernández para escuchar los supuestos reclamos de las cuatro provincias del Coirco, el comité que se ocupa de la administración de las aguas del río Colorado. Sin embargo, el asunto de fondo era encontrar una política común entre la Provincia y los intendentes para el pago del medio aguinaldo que se avecina para los empleados públicos en general y que nadie terminara sacando los pies del plato detrás de alguna especulación política sobre tan sensible asunto.

La administración de Rodolfo Suarez cuenta los pesos rascando el fondo de la olla. No podrá cumplir con el pago de los aguinaldos durante el mes correspondiente. Escalonará las liquidaciones por montos, desde setiembre, empezando por los sueldos de hasta 40.000 pesos. Su plan es terminar en diciembre con lo que les corresponde a los funcionarios y al rango de sueldos superiores a 100.000 pesos. El objetivo del encuentro era discutir y aunar un criterio y seguirlo, sin diferencias. Al término del cónclave, y de acuerdo con las declaraciones de algunos de los participantes, se acordó que todos, Provincia y Municipio seguirían un mismo criterio. Emir Félix, de San Rafael, diría, por caso que “los aguinaldos de todos los municipios de Mendoza los vamos a pagar de una misma forma” y Juan Manuel Ojeda, de Malargüe, y Tadeo García Zalazar, de Godoy Cruz, en los mismos términos, dijeron que lo acordado era liquidar de forma escalonada el aguinaldo dejando para el final a los funcionarios y sueldos más altos. No quedó claro si todos, municipios y Provincia, pagarían el aguinaldo desde setiembre como lo dispuso la administración de Suarez.

Ayer, y ante el revuelo que generó la novedad en los gremios estatales, más de un intendente salió a realizar aclaraciones de diverso tipo y calibre. En general, todo indica que el pago sería escalonado, como habían discutido en el encuentro, pero muchos, por no decir todos, empezarían los pagos durante junio. Y, algunos, como Roberto Righi, de Lavalle, pagarán toda la nómina, sin escalonar, “porque los sueldos son bajos”, aclaró ante una consulta de El Sol.

Como era de esperar, por eso de que, supuestamente, responden a un mandato superior, casi religioso, de tener que cuestionar cualquier decisión de la patronal sin atender razones de ningún tipo ni especie, dirigentes de los gremios estatales salieron a bombardear la decisión, anunciando, claro está, medidas de fuerza, paros y “faudas” urbanas varias. Hubo que escuchar la indignación de mucha gente, molesta por los reclamos de tales dirigentes, que se hizo sentir por medio de las líneas públicas y Whatsapp de los programas de radio durante buena parte del día. Allí se percibe, de alguna medida y sin ser nada científico, claro está, el divorcio existente entre alguna dirigencia gremial, particularmente estatal, con el resto de la sociedad; una sociedad que está pasando las de San Quintín para llegar a fin de mes en medio de una cuarentena angustiante y hastiante, por supuesto.

En el gobierno de Suarez ha comenzado a levantarse una suerte de mar de fondo con la oposición. No se dice, y si se llega a preguntar, se lo niega, pero, lo cierto es que el Gobierno provincial entiende que algunas cosas han comenzado a cambiar con la Nación; como que ya no es el mismo clima que hubo en el arranque de la pandemia y de la cuarentena y cuando Alberto Fernández, el presidente, pedía a todos comprensión y hacer una causa común entre las provincias y la Nación para combatir el virus. Se sabía que se necesitaría un acuerdo político general porque lo que vendría por delante sería muy duro, como lo ha sido.

En concreto, hay una sorda queja en el Gobierno mendocino respecto de los fondos destinados a la emergencia. Mendoza no ha sido tratada de igual forma que otras jurisdicciones, quizás, más afines al Ejecutivo nacional.

Los problemas financieros son preocupantes. De enero a mayo, la recaudación ha caído 15 por ciento en términos reales. De 70.000 millones que se esperaban recaudar en ese período, ingresaron 59.700 millones. Cada nómina salarial mensual es de unos 7.000 millones, aproximadamente. Suarez ha pedido a Hacienda que lo último que tienen que tocar es el pago en tiempo y forma de los sueldos. En ese ministerio decían ayer a quien quisiera escuchar que el 30 de junio estarán depositados los haberes de todos los empleados públicos y que esa es la decisión tomada y que se cumplirá pase lo que pase.

El entripado con la Nación viene de la mano de los envíos que debieron llegar por la pandemia y que fueron anunciados el 9 de abril. De la partida de 60.000 millones de ATN, a Mendoza le corresponden, según criterio de coparticipación, unos 2.500 millones de pesos. La Nación ha liquidado 30.000 del total. En dos envíos, depositó 1.255 millones. Una suma similar –de 60.000 millones de pesos– sería puesta a disposición de las provincias bajo la forma de créditos, a distribuir 60 por ciento por desequilibrios financieros, 20 por ciento por situación epidemiológica vinculada con el COVID-19 y el 20 restante por necesidades básicas insatisfechas o NBI. En Mendoza afirman que recién hacia fin de mes, probablemente, llegue algo de esa línea.

Sin embargo, hay provincias que han sido asistidas con una suma de recursos muy superior a la de Mendoza y con menos población que atender. Entre ellas figuran Chubut y Neuquén, con 5.000 millones de pesos cada una, y Tucumán, con 6.000 millones.

Mendoza hace una cuenta simple: la nómina salarial más el pago del medio aguinaldo completo demandan unos 10.000 millones de pesos. Si la Nación le liberara su cuota parte de la línea de crédito, pagaría las dos cosas juntas. Como depende de lo que está recaudando, debió acudir a la liquidación escalonada. Y a prender velas para que la situación no se desmorone más de lo que está.