La popular “FaceApp”, una aplicación que permite al usuario, entre otras muchas cosas, simular cómo va a envejecer, es especialmente peligrosa porque se presenta con una apariencia de legalidad y porque escapa a los estrictos controles de protección de datos que impone la UE y la legislación española.

La aplicación, desarrollada por un programador ruso, incluye unos términos de uso “completamente abusivos” que conducen al usuario a la más absoluta desprotección, ya que no puede ni pedir el acceso a los datos que ya tiene la compañía ni solicitar que los cancelen, según han subrayado los expertos en ciberseguridad.

El usuario queda así indefenso ante derechos cada vez más extendidos en los países más desarrollados, como el “derecho al olvido”, el derecho a la intimidad y la seguridad de que los datos personales no se van a ceder a terceros.

La aplicación “FaceApp” suma ya más de cien millones de descargas en todo el mundo, y entre quienes ya se la han bajado figuran numerosos famosos, que han “jugado” a simular cómo sería su aspecto dentro de unos años y que han compartido esas imágenes en sus redes sociales.

Aunque esa “función” está siendo la más utilizada por los usuarios, “FaceApp” ofrece simulaciones para que el usuario compruebe cómo le sienta un cambio en el color de pelo, una barba o bigote, un tatuaje, o hasta un cambio de género.

Eusebio Nieva, director técnico para España y Portugal de la multinacional especializada en ciberseguridad Check Point, ha subrayado que el principal peligro de la aplicación son precisamente sus “términos de uso” y el almacenamiento de las imágenes que se generan durante su utilización.

Nieva ha observado que las propias condiciones de uso de la aplicación -que no están disponibles en la propia app sino en una web y que muy pocas personas leen antes de instalarla- advierten de que los datos podrían ser almacenados fuera de su país de residencia y no estar por lo tanto sometidos a la legislación vigente en ese país.

Una de las “biohuellas” más utilizadas en la actualidad para el reconocimiento de las personas es la cara; “eso significa que tienen una base de datos de rostros inmensa”, ha señalado Nieva, y ha precisado que no tienen por qué estar haciendo, hoy, un uso malicioso de esos datos.

Pero sí puede ser un problema en el futuro dependiendo de en manos de quién estén esos datos“, según Eusebio Nieva, quien ha apuntado que los mismos pueden ser cedidos a otro socio, a una agencia o utilizados por el Gobierno ruso, ya que éste tiene derecho -ha precisado- a acceder a ese tipo de datos por el bien o el interés de la nación.

En el mismo sentido se ha pronunciado el abogado especializado en protección de datos y ciberseguridad Borja Adsuara, quien ha señalado que muchas aplicaciones “roban” datos ilegalmente de las personas, pero ésta lo hace con el propio consentimiento de los usuarios cuando aceptan los “términos de uso”.

Estas aplicaciones se están desarrollando y expandiendo por el mundo como un “cebo” para mejorar los sistemas y las tecnologías de reconocimiento facial basadas en inteligencia artificial.

Muchas de esas aplicaciones que basan su funcionamiento en el reconocimiento facial son “muy beneficiosas” para los usuarios, como las que usan algunos bancos, las que se utilizan en el sector sanitario o las que se han implementado para mejorar la seguridad en los aeropuertos.