¿Qué sería de un buen plato de sopa, un sublime corte de carne o cualquier otro plato que se te ocurra (incluso algunos postres), sin la sal?

Este ingrediente básico y de uso común es considerado un tesoro gastronómico. La sal tiene sus orígenes en China durante la época del emperador Huanghi (año 2670 A.C) en un lugar lleno de montañas y lagos salados; es muy posible que el sol veraniego evaporara el agua de los lagos y  la población se dedicara a recolectar los pequeños cristales de sal.

En Egipto en el año 3000 A.C. se encontraron momias preservadas con arenas salinas; la sal de Egipto proviene del río Nilo.

Los hebreos la usaban en sacrificios y ofrendas y los romanos para conservar pescados, carnes y legumbres, pero también como pago de “salario” de una jornada de trabajo, de ahí el nombre.

El 50% de la sal que comemos proviene del mar

La sal es una roca comestible. La sal comestible o de mesa es un tipo de sal denominada cloruro de sodio, que son pequeños cristales que deben mantenerse fuera de la humedad.

La sal se obtiene de diferentes medios: por evaporación de una salmuera o por pulverización mineral, es decir, por medio de minerales extraídos de minas. El 50% de la sal que le ponemos a la comida proviene del mar, mientras que la otra mitad se extrae de las minas.

En el mundo se producen 300 millones de toneladas de sal al año. China es el productor más grande con una producción de 70 millones de toneladas, seguido por Estados Unidos con 45 millones de toneladas al año.

Beneficios y riesgos

La sal es más que un condimento que potencia el sabor de los alimentos, ante todo es un mineral indispensable para la vida, ya que el cuerpo lo necesita para funcionar correctamente.

Este mineral contribuye a que el cuerpo esté bien equilibrado, introduciendo agua a las células; es esencial para que el sistema nervioso transmita impulsos al cerebro y para la relajación muscular, entre muchas otras cosas.

Sin embargo, el exceso de sal puede causar daños en los riñones, problemas en la presión arterial, trastornos cardiovasculares y muchos más padecimientos, por eso la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda ingerir 5 gramos de sal (una cucharada cafetera) al día, máximo. ¡Recuerda siempre probar los alimentos antes de agregarles sal!