La ministra de Turismo y Cultura, Mariana Juri, tiene mucho miedo de que la interna del radicalismo se la devore. Esa sería la razón por la cual ha tenido un tratamiento tan descortés con periodistas de este diario que, en las últimas horas, intentaron hablar con ella. Ayer llegó al extremo: después de hacer decenas de llamados a su celular, sin suerte, la ministra por fin nos atendió, pero sólo para pedirnos que la volviéramos a llamar en 15 minutos. Lamentablemente, caímos en la trampa: nunca más abrió su celular. Sería bueno que Mariana recordara siempre que, como funcionaria pública, es su deber rendir cuentas de sus actos.