Curiosa palabreja, que despierta mi imaginación. La describiría como una especie de engendro, para uso de una “señora” muy delgada, elegantísima, vestida con ropa importada, con pestañas postizas, peinado de peluquería, tacos aguja, senos escasos y ojitos penetrantes. La dama en cuestión sería abordada por un hombrecillo sencillo y simple. Ella, mirándolo por sobre su hombre, le diría: “¿No se da cuenta que usted no está a mi altura?”, “¡ni siquiera ose tocarme!”. El individuo le dice que, aunque sea, le diga su nombre. Ella con aire despreciativo, sin siquiera mirarlo, le contesta “me llamo justicia”.

    Hasta aquí llega mi pobre fantasía. La realidad me ha sobrepasado y leo asombrado que los “injustos ajustes” a los que nos pretenden someter a todos los ciudadanos por políticas económicas elitistas poseen sectores intocables. Pareciera que no hemos salido aún de épocas medievales. La declamada democracia pretende ignorar al pueblo a manos de sus representantes. ¡Que la hipocresía, que se ha enseñoreado con los argentinos, sufra un ataque de vergüenza y nos haga reaccionar a todos! ¡Es una urgencia que no puede esperar!