“La incomprensión, más que la imposibilidad de comprender, es la imposibilidad de sentir”, dice Narosky en sus aforismos, y con todo el asombro que mi capacidad me permite debo admitir que me dan mucha lástima las personas que se opusieron al aborto terapéutico, solicitado por la madre de la niña con capacidades especiales, que no sólo fue víctima de un inadaptado, sino que también es víctima de la opinión de un grupo de personas que nada tiene que ver con su vida ni con sus derechos establecidos por ley.

      Frente a la decisión de la Justicia de la interrupción del embarazo, una ONG cobijada por la cúpula de la Iglesia católica mendocina presentó un recurso de amparo para impedir la práctica médica. ¿Qué los mueve a hacer estas cosas? ¿Fe?  ¿Simple apego a un dogma? ¡No, los mueve una concepción reaccionaria y medieval de la vida humana! No me hablen de respeto a la vida, cuando ya a la vida de la niña y a su familia les están faltando el respeto. Esta actitud de oposición constituye un verdadero agravio a su persona, un avasallamiento a sus  derechos humanos. En el artículo 86, inciso 2, del Código Penal, está claramente despenalizada esta situación.

     Con el absurdo accionar de este grupo, la joven y su entorno familiar no fueron considerados como sujetos de derecho, sino como meros “objetos” a ser manipulados por intereses sectarios. Es abusiva y humillante la actitud de esas ONG que se inmiscuyen despotricando contra los derechos humanos, a los que la joven ¡tiene derecho! a que se respeten. Cuando me refería a que la incomprensión es una imposibilidad de sentir, es porque entiendo que esta pobre gente que opina con tanta ligereza está imposibilitada de sentir.

     Hay muchas situaciones en las cuales podrían ocupar su “precioso” tiempo, por ejemplo, la cantidad de niños cuyo hogar es la calle, expuestos a todos los peligros inimaginables (a ellos tampoco se les respeta sus derechos). En estas y tantas más situaciones, no he visto ni a las ONG que defienden “la vida” ni a la Iglesia hacer o decir algo. Y no estoy hablando de que hagan declaraciones de “solidaridad” ni organicen “Té Canasta” para juntar comida para esos “pobres”, sino que, por ejemplo, pongan sus abogados gratis para que peleen por los derechos de esos niños y  trabajadoras.