El jardín Lacitos de amor, lugar donde concurren hijos de penitenciarios, empleados policiales e hijos de presas, festejó el día de la tradición con una fiesta, baile y comida a la que se le sumó la presentación de la huerta que los niños de 3 y 4 años realizaron en el patio. La huerta funciona con el objetivo de que “los chicos trabajen y aprendan cosas sobre la tierra”,dijo la directora de Jardines Maternales de la provincia, Nory Cesar de Aguer.

EL ORIGEN. La iniciativa empezó en el 2004, con una capacitación dictada por el INTA a la que asistió una de las maestras, quien luego capacitó a las demás, lo que hizo posible la puesta en marcha de la huerta con la ayuda del mismo instituto, que le provee las semillas. La producción de las plantaciones de acelga, melón, lechuga y otras verduras se usa para la cocina, ya que los hijos de las internas de la penitenciaría que van al jardín, comen ahí.

    A los hijos de las internas, quienes viven con ellas en la Alcaidía de el Borbollón, los van a buscar, los llevan al jardín, donde realizan actividades y almuerzan, y a las 18 los regresan junto a sus madres. La jefa de la Unidad de Mujeres, Mary Terraza dijo que “los vínculos que se forman entre los hijos de las internas y las penitenciarias es muy fuerte”. El director del Penal, Alberto López, aseguró: “Ésta es una de esas cosas buenas que no se pueden cambiar”. Al acto no pudieron concurrir las internas para ver a sus hijos, porque ninguna gozaba de beneficios.

    “Después, les llevamos las fotos y las filmaciones y terminamos todas llorando”, comentó Terraza. El jardín funcionaba como una guardería pero, por una iniciativa conjunta de la DGE y la Subsecretaría de Relaciones con la Comunidad, se transformó en un jardín maternal. Al lugar asisten casi 100 niños, quienes son atendidos por 7 maestras,además de profesoras de música y educación física.